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La confianza como valor

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Una consultora neoyorquina aseguraba, hace algún tiempo, que si la confianza del público cayera por debajo del 99%, el mundo tal como lo conocemos sería imposible.

¿Tenemos una idea siquiera aproximada de la cantidad de pequeñas decisiones que tomamos diariamente basadas en la confianza en algo o en alguien?

Bebemos un vaso de agua de la canilla sin preguntarnos si es o no confiable. Lo damos por descontado confiando en que el ente aguatero nos entregue un producto inocuo. Lo mismo cuando abrimos un paquete con algún producto comestible, nos llevamos a la boca un dentífrico, tomamos un remedio o nos aplicamos una crema tópica comprada en la farmacia esperanzados en curarnos algún raspón infectado. 

La misma consultora calcula que a lo largo de una jornada de 16 horas de actividad, una persona realiza no menos de un centenar de acciones vinculadas con ingestiones, inhalaciones o aplicaciones destinadas a producir una acción concreta en el cuerpo, desde calmar la sed hasta despejar las vías respiratorias amenazadas por algún agente infeccioso. ¿Nos preguntamos, antes de entregarnos al procedimiento, si esa nebulización que nos recomienda el farmacéutico va a ayudarnos o, tal vez, producir alguna reacción adversa? No es el caso. Simplemente, lo hacemos porque confiamos en el profesional que nos guía y en los medicamentos a ser utilizados, algunos, elaborados al otro lado del planeta.

¿Por qué, entonces, solemos decir que “ya nadie confía en nada ni en nadie”? Estas expresiones de frustración, casi de rabia, generalmente nacen del contacto con personas y hechos muy cercanos a nosotros cuyas acciones despiertan una expectativa muy alta y muy inmediata. Y no hay decepción más profunda que una promesa incumplida y una confianza traicionada. Esto se da, con demasiada frecuencia, en el mundo de la política. 

El dinero perdido en una estafa a veces se recupera o no. Pero cuando la confianza se diluye en el mundo de los valores traicionados, el daño es mucho mayor y de difícil restauración. Quienes aspiran a gobernarnos en el próximo periodo constitucional deberían tomar muy en serio lo que dicen en sus encendidos discursos de campaña. Créanlo: la reserva de confianza del ciudadano es cada vez más exigua y la cuida como un avaro. No la deshonren porque hay algo que también va escaseando: la tolerancia a la traición.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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