Carlos Ibarrola
Dramática, esa es la palabra que describiría mejor a la manifestación ciudadana en Alto Paraná. Mientras, la ciudadanía toda, observa con aprobación la reacción de los esteños. Como si no le faltaran problemas, el Gobierno de Mario Abdo se ha comprando uno grande, con los 1600 millones de dólares con los que nos ha endeudado a todos.
Han pasado más de cuatro meses y el Gobierno no ha dado un solo paso relevante en el combate al COVID-19. Ha encerrado, empobrecido, endeudado y hambreado a los comerciantes, emprendedores, pymes y a todo aquel que se gana la vida de forma honesta en el sector privado. Mientras tanto, ellos se han dedicado a robar a manos llenas; ocupando su tiempo en hacer pactos para sostener la desigualdad social y sus privilegios; para garantizar el ejercicio activo, sostenido y sistemático de la corrupción y la impunidad.
El Gobierno no tiene autoridad moral para imponer a la ciudadanía una nueva «Fase 0» (o 0,5 como la llamaron), a la que nunca se han sometido los delincuentes del Gobierno ni los del contrabando. Para ellos no se detuvieron los negocios ilícitos, los privilegios, los salarios y las licitaciones a medida. Tampoco para los contrabandistas de cigarrillos.
Hace unos días éramos testigos de como nuestros compatriotas sufrían una persecución violenta. Episodios de tortura sanguinaria e ilegal contra menores de edad, mujeres y personas de la tercera edad, transexuales e incluso una niña de 2 años fue golpeada por militares. Todo ello porque —al parecer— los delincuentes no llegaron a un acuerdo en la tarifa del peaje. Así es que ellos nunca dejaron de delinquir, para ellos no hubo «Fase 0».
Hoy, el Gobierno, una vez más, espera que sea la gente empobrecida, hambreada e indignada la que pague el precio de su corrupción, y esto, queridos lectores, es lo que sucede.
La infraestructura sanitaria de Alto Paraná se encuentra sobrepasada; mientras, incapaces de gestionar la compra de una bata, en la cuenta bancaria del Ministerio de Salud duermen 500 millones de dólares, por lo que mal podemos esperar contar con camas de terapia intensiva, mucho menos un laboratorio para detectar los casos comunitarios. El ministro Julio Mazzoleni, o «Capitán Garfio», si así lo prefiere, otrora prócer de la pandemia, hoy se encuentra a la misma y distinguida altura del presidente, sin autoridad moral alguna, ya ni de escudo le sirve a Mario Abdo. Atrás quedaron los tiempos de publinotas en los medios corporativos.
La reacción del Gobierno ante la efervescencia de los esteños es el anuncio de nuevos desembolsos de Pytyvõ, como si el desembolso anterior hubiera funcionado, mientras miles de compatriotas todavía se preguntan si Pytyvõ realmente existe.
Honor Colorado y lo poco que queda de Añeteté —si alguna vez existió— han acordado repartirse las culpas y responsabilidades de la ineficiencia del Gobierno, la corrupción y la impunidad no se pagan solas. Pero a este paso, ninguna mafia, por poderosa que sea, será capaz de soportar el peso de las responsabilidades y el poder de la ciudadanía en defensa de su dignidad, y esa es materia conocida por Cartes.