Evidentemente, los mecanismos de control y de trabajo en conjunto del Mercosur no han servido para nada de nuevo ante esta contingencia del coronavirus. La cuestión más gráfica la relata el propio canciller Acevedo, que dice que el propio canciller argentino le había dicho que le podía prestar al Paraguay algunas vacunas y que luego el país tendría que devolverlas, pero cuando pensó muy bien, le dijo Acevedo al canciller argentino «si hacemos eso, lo echan al presidente Alberto Fernández».
Cuando vemos también las noticias en Brasil que están buscando producir vacunas a muy corto tiempo, con una cantidad enorme de personas fallecidas. De hecho, Brasil ya es el país con mayor cantidad de personas muertas por millón de habitantes, nos demuestran lo lejos que estamos del verdadero propósito integrador que tuvo el Tratado de Asunción hace 30 años, aquel 26 de marzo de 1991.
Hay que rediseñar por completo todas estas organizaciones después que pase la pandemia, porque así como está, no sirven absolutamente para nada. Son un grupo grande de burócratas bien pagados que no hacen la tarea en función de los intereses de los países que los sostienen con su aporte, y eso pasa con la estructura del Mercosur, pasa con la Organización Mundial de la Salud o la Organización Panamericana de la Salud.
Estas últimas han comprometido vacunas bajo el mecanismo Covax y, sin embargo, no han podido llenar para nada las verdaderas intenciones que tiene el Paraguay de vacunar a la mayor cantidad de su población pronto y rápido. La burocracia nos mata, a nivel local y a nivel internacional.