Por Benjamín Fernández Bogado
Una de las cuestiones claves en términos de economía es lograr la tan anhelada autonomía. Y en eso hay un camino importante que recorrer, porque hay que incrementar los niveles de productividad que están atados a los niveles de educación en general de nuestro pueblo. Y ahí nos encontramos ante una dura realidad que es el hecho de que no contamos con la mano de obra cualificada para producir mejores cosas que nos permitan no ser tan dependientes de otros países y no de vivir de donaciones, como es la característica de nuestros gobiernos.
Cada día celebramos que alguien nos regale respiradores, tapabocas y otros insumos médicos, a pesar de que tenemos 1.600 millones de dólares asignados por cada uno de nosotros para ese propósito. Pero no tenemos un Estado diligente, probo, capaz, honesto, que haga las compras en tiempo y en modo y que nos dé ese sentimiento de autonomía que nos valemos por nosotros mismos, y que no necesitamos extender la mano de forma reiterada para cuidarnos entre todos, especialmente en este tiempo de pandemia.
La autonomía es una conquista de la educación, de la salud, pero por sobre todo de la dignidad, que es una de las materias en las que seguimos aplazados los paraguayos.
