La negociación con Brasil en el tema del anexo C está bastante cerca. Los brasileños ya han puesto la razón fundamental que tendrán sobre la mesa, que es el hecho de bajar el precio de la energía de 42 a 22.
El Paraguay quiere seguir manteniendo la energía alta para vivir de la renta que podría dar el beneficio de la producción hidroeléctrica sin deudas que pagar. Eso calculan los financistas serían más de US$ 1.000 millones de ingresos anuales y algunos afirman que el Paraguay ya ha venido endeudándose pensando en dicha cantidad.
La propuesta brasileña no ayuda a aquellos que siguen creyendo que el Paraguay puede seguir a estos niveles de endeudamiento, que ya han superado el 30% del Producto Interno Bruto.
Paraguay tiene que tener una idea de cómo utilizar el 50 % que le corresponde de Itaipú. Qué planes tienen para que digamos de aquí a diez años todo el parque automotor paraguayo sea movido a energía hidroeléctrica.
¿Qué planes tenemos para dejar de depender del carbón y la leña que deforesta nuestros bosques y que constituye el elemento central para la cocción de alimentos de gran parte de los hogares paraguayos? Debemos tener una idea de para qué queremos la hidroenergía y, en función de eso, tendremos un capital y una conciencia mucho mayor acerca de lo que tendría que hacerse.
Tener energía es fundamental en cualquier proceso de desarrollo de un país. El Paraguay tiene el per cápita hidroenergético más alto y grande del mundo, pero no se nos cae una sola idea fuera de la cuestión rentista y de los gastos socioambientales para saber usar ese volumen importante para beneficio colectivo.
No podemos seguir escondiendo cifras para mantener clientelas políticas y oponernos a que se audite los números, como el caso de Itaipú.
Es el tiempo de saber cómo se administraron durante todo este tiempo de manera dispendiosa nuestros recursos colectivos. Pero, por sobretodo, tener una idea de qué hay que hacer con la sobreabundancia hidroenergética que tendremos a partir del próximo año con Itaipú.
