Por Oscar Brelles Mariño
La industria de los seguros debe mantener la gimnasia constante de permanecer alerta frente a la creatividad y la innovación de los estafadores de turno. En tiempos normales –sin escenarios virales ni pandémicos– las compañías de seguros tienen que estar constantemente revisando sus procesos y mejorando sus prácticas para evitar estafas y maniobras fraudulentas. Es parte inherente de las tareas regulares de la industria.
Sin embargo, en la crisis económica actual, dichas tareas regulares cobran una importancia cada vez mayor. Las empresas de seguros están obligadas a brindar cobertura a sus asegurados, y a su vez, tienen que evitar que los porcentajes de fraude y estafas aumenten producto de la velocidad y voracidad de las necesidades económicas de la gente.
En el panorama actual signado por la aparición de una nueva versión de coronavirus, la tentación de obtener dinero de manera fraudulenta utilizando las pólizas de las compañías aseguradoras, se convierte en una tentación poderosa. Desde el autorobo hasta el armado de operaciones ilícitas son las maniobras que cualquier persona puede urdir. Pueden ir, desde maniobras físicas hasta prácticas de estafas a nivel digital e informático.
Son de conocimiento popular las denuncias de robo de los neumáticos de auxilio o repuesto –en el caso de los automotores–. En estos casos, los neumáticos no suelen ser robados, y la estafa se consuma al recibir un neumático nuevo sin haber perdido el anterior. De esta manera se consolida un mercado informal de compra y venta de neumáticos usados y nuevos. En los países de latinoamérica en que los neumáticos de vehículos de alta gama importados son difíciles de adquirir, suele aparecer un mercado informal “financiado” por las compañías de seguros de una manera no deseada. Este tipo de fraude es simple y poco complejo de implementar en varios países. El problema estaría dado por un incremento exponencial de este tipo de estafas, lo que pondría en riesgo el funcionamiento de varias compañías de seguros.
Así como es usual este tipo de delitos, también lo son aquellos vinculados al mundo digital y la informática. En este sentido, por ejemplo, la duplicación de tarjetas de débito es una estafa cada vez más difundida y regular. Las compañías de seguros tienen que estar trabajando permanentemente en el control de este tipo de fraude ya que las personas lo sufren y pareciera estar en aumento. Al igual que los robos físicos al momento de retirar dinero en dichos espacios. Varias compañías de seguros brindan cobertura para este tipo de sucesos y tampoco sería conveniente que crezcan de manera exponencial dada la situación actual.
Si bien es común pensar que la abundancia de información nos expone a muchos riesgos cada vez mayores en lo que hace a las posibles estafas, no menos cierto es que la abundancia de información puede prevenir fraudes potenciales, e incluso, una vez realizados, exponer a los autores que siempre suelen dejar cabos sueltos en el exceso de exposición digital actual.