Nuestra querida ciudad, madre de ciudades, necesita profundas transformaciones. El deterioro de las calles, los problemas de raudales, la inseguridad, el tránsito, la basura, afectan diariamente la calidad de vida de nuestra gente. Los asuncenos queremos volver a estar orgullosos de nuestra ciudad, recuperar la alegría de vivir y circular en ella. Pero para eso se necesitan cambios drásticos. La situación ya no se arregla con parches. La Intendencia de Asunción, que debería ser el instrumento central para lograr estos cambios, está atenazada por la burocracia, la ineficiencia, la ausencia de planificación y la incapacidad de ejecución.
Por eso, para mí, llegó el momento de involucrarse. Sueño con la ciudad en la que vivirán mis hijos, pero sé que lamentablemente hoy no basta con soñar. Hoy es necesario remangarse y ponerse a trabajar, hay que involucrarse. Estoy recorriendo Asunción, conversando con la gente, y escuchando. Quiero entender sus verdaderos problemas, sus necesidades, y sus ilusiones. Creo que la renovación no sólo pasa por caras nuevas, pasa por escuchar a todos antes de plantear ninguna propuesta. Primero escuchar. Cuánto mejor sería la política si los políticos escucharan más, y hablaran menos. Para lograr transformaciones hay que renovar la política. Hay que sacudir la modorra. Hay que cambiar muchas cosas. Si seguimos haciendo las mismas cosas, siempre de la misma manera, vamos a seguir teniendo los mismos resultados. Hay algo que me da mucha esperanza de que verdaderamente se puede. En mis recorridas me encuentro con muchísimas personas que quieren hacer el bien, quieren una transformación positiva. Personas que se esfuerzan día a día por lograr las mejores cosas para su familia y para la comunidad. La transformación necesita de ellos. Si queremos que las cosas cambien necesitamos que todos los ciudadanos, los ciudadanos de bien, los ciudadanos que quieren ver un país y una ciudad distinta se comprometan con un proceso en el cual logremos instalar líderes positivos.
Llegó el momento de levantarnos y construir juntos la ciudad que nos merecemos, porque saben que así como decía Edmund Burke: “Lo único que necesita el mal para triunfar, es que los buenos no hagan nada”
