Cómo seres humanos identificamos los sabores de lo que se consume y de acuerdo a los alimentos continuamos comiéndolo. Si es palatable o delicioso seguimos consumiéndolo o no. Por esto los sabores amargos, ácidos, rancio, excesivamente dulce u otros sabores incómodos a nuestro paladar. México es un país que produce limones en cantidades industriales y también una nación tomada por el narcotráfico.
Dentro de muchos países en el mundo se encuentra naciendo, desarrollándose y expandiéndose un nuevo plato económico que no es tan sabroso ni saludable para la sociedad, se trata del narcotráfico. Ahora con ese dinero ya ingresan en otros rubros agrícolas que son controlados por ellos.
Acidez política
El toque cítrico de los limones que crecen abundantemente en todo México , el mayor productor mundial de esta fruta, ayuda a darle a la cocina del país su sabor distintivo. Mesa que ahora ajusta su sabor a lo que impone una negra industria que tiñe de su color la situación hasta de los platos, su preparación, servido y saborear sus platos.
La alta y ácida y agresiva fijación de precios a la industria alimenticia por parte de la industria de estupefacientes. El narcotráfico no solo gana fama en series, titulares de periódicos de casos de violencia que también hace insípido no solo lo que tenemos en la mesa sino el sentido de seguridad que se está volviendo ácido y pobre desde que dejamos la democracia en sus manos.
La fortuna de las drogas se ha metido en productos legales como el aguacate (e oro verde) y los limones que los mexicanos consumen en grandes cantidades. Esta situación agrega una opción criminal más a las derivaciones del tráfico de estupefacientes. Todo esto acontece en un momento que los narcos siguen matando periodistas como ningún paìs en el mundo. Se volvió ácido como el limón que ahora pasó a manos de los narcos.