Las clases volverán en el mismo sentido de lo que queda del año, con lo cual vamos a tener menos presencialidad de niños en las aulas y vamos a estar hablando de nuevo acerca de lo que significa la pérdida de casi dos años de educación en nuestro país.
Debemos mejorar la educación y para eso también tendríamos que haber hecho, durante estos años de pandemia, una reflexión seria desde la casa acerca de la trascendencia que tiene la educación en la vida de los niños y jóvenes.
Más del 80% de los padres paraguayos están muy contentos con la mala educación que reciben sus hijos, y si esta ecuación no se cambia, si los padres están convencidos de que enviar a los niños tiene una trascendencia más del tipo alimenticia o de contención social y no verdaderamente un sitio para aprender, es poco lo que podremos cambiar en esta ecuación del diablo que nos condena al subdesarrollo y a la pobreza.
Esta es una situación sobre la que tendríamos que haber hablado mucho más durante este tiempo de pandemia.
Lo que se refleja en el Ministerio y en la calidad de nuestros maestros es lo que nosotros decimos que solo esperamos de ella. La educación tiene que ser una pasión de carácter nacional y cada padre debe estar convencido de que detrás de una buena educación hay menos posibilidades de acabar en prisión o terminar condenado a la pobreza.
Es el tiempo de la represión profunda sobre la importancia y trascendencia de la educación, pero desde una convicción en las casas.
