La inteligencia artificial (IA) no debe ser considerada cómo algo que funcione sin la participación del ser humano o excluyendo a este de lo que podamos hacer. Es cierto no somos máquinas, cometemos errores, tenemos accidentes, somos lentos, poseemos dudas y carecemos de confianza que no nos sirve para trabajar, enseñar o aprender bien lo que nos puede servir no solo para “facturar” más, sino sobre todo para ofrecer mejor atención y dar buena información, servicio o producto al cliente, paciente o persona que nos toque servir.
Algo que ya está empezando a ser responsabilidad de aparatos y algoritmos que nos sirven para llegar a un sitio en particular, tener resultados de nuestras finanzas, organizar nuestras agendas. El objetivo principal de la IA es crear sistemas y programas informáticos que puedan realizar tareas que requieren de inteligencia, razonamiento y aprendizaje.
Todo intentando imitar la capacidad humana hacer uso nuestra “inteligencia”, que por distintos motivos está perdiendo confianza y estamos legando nuestras responsabilidades y confiando en dispositivos que en choferes, secretarios, contadores, periodistas, médicos, docentes preparados para hacer bien su tarea.
Las tareas no serán totalmente reemplazadas sino que son esenciales para entrenar sistemas. Si usted tiene miedo de perder su empleo luego de haberse preparado años o en el trabajo construido por su inteligencia, no se preocupe porque las máquinas necesitarían de un referente para hacer bien su tarea.
Buscando convergencias
Dos jóvenes sociólogos, Maxime Cornet y Clément Le Ludec dicen que “La inteligencia artificial (IA) es más humana de lo que pensamos”. El desarrollo de muchos sistemas de reconocimiento de imágenes, análisis de textos, manipulación de sonido, etc. requiere del trabajo de imprescindibles “manos e inteligencias humanas” o “manos pequeñas”, cómo deciden llamarse los sociólogos franceses.
A la pregunta de ¿Por qué los sistemas de inteligencia artificial necesitan “manos pequeñas”?, responden que;
Estas técnicas se utilizan para clasificar, detectar, etc., según principios de aprendizaje. Para su desarrollo se utilizan grandes cantidades de los llamados datos de entrenamiento (imágenes, vídeos, textos, etc.) para poder generalizar las respuestas a nuevos datos. Por tanto, los humanos son esenciales para entrenar la IA, ya sea para generar datos, por ejemplo filmandose caminando delante de una cámara y esto ayuda a que la máquina copie las respuestas hechas por el ser humano ante la demanda de una atención o pedido especifico
También coinciden que “El mito de la IA “mágica” esconde un trabajo humano colosal”. Estos estudiantes de doctorado en sociología de Télécom Paris, investigaron a los “trabajadores del clic” en Madagascar. Responsables de garantizar la legibilidad de los datos ingeridos por los modelos de inteligencia artificial (IA).
Serán dependientes
Estos contradicen la fantasía de una” inteligencia artificial totalmente automatizada”, por la necesidad que presentan de el tener a humanos que sean su referencia para lograr funcionar de acuerdo a nuestras exigencias, tenemos mentes donde existen la razón y emoción equilibradas para poder diseñar o desarrollar una tarea específica para otras personas que tampoco son máquinas y deben ser tratadas con respeto y afecto para evitar que se molesten con la empresa existente para alimentar, ordenar, limpiar, educar, curar o arreglar y hasta para informar, colega periodista no se apegue mucho a su empleo que pronto una máquina desde donde, cuando y cómo sea se encargará de redactar, locutar y hasta aparecer frente a cámaras para comunicar algún hecho que sea de atractivo colectivo.