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Guapo’y o el testimonio del dolor

Nuestra historia está llena de buenos y malos momentos y existen documentos escritos, fotográficos y audiovisuales que registran esas fechas. Hace ya más de 3 décadas Paraguay está  en democracia luego de 35 años de la horrenda dictadura de Alfredo Stroessnner. Ahora quizá tarde de la fecha de la caída de su gobierno hay charlas, libros y documentales al respecto de lo que fue tildada y clasificada por organismos internacionales que evalúan las condiciones sociales, políticas y económicas de un país cómo una dictadura que cometió muchos abusos y tuvo a su vez excesos en las formas de gobernar. 

Un nuevo  audiovisual  que se titula  Guapo’y retrata a  las víctimas  de la famosa prisión de Emboscada bajo la dictadura de Alfredo Stroessner. Una advertencia contra la repetición. El documental de Sofia Paoli Thorne, peruana que encontró en la dictadura paraguaya una inspiración  para documentar nuestra historia a través de las voces paraguayas y paraguayos que sobrevivieron aquella época.

Stroessner tuvo el gobierno paraguayo bajo su control, gobierno y ciudadanía, porque no existían derechos para decir algo que vaya en contra de su apariencia, palabras o “gestión”, de la que se vió o tuvo poco o nada por los relatos hechos por mis padres, abuelas y personas mayores a mi y mi generación.  

Tres décadas después nos encontramos “debatiendo” o “consumiendo” información acerca de lo que fue el gobierno de “tembelo”, cómo se lo llamaba por el aspecto de sus labios y todavía hay algunos que dicen que bajo su régimen vivian mejor. 

Una historia que golpea

En el audiovisual que ya se hizo público Sofía Paoli  retrata las vivencias y recuerdos de Celsa Ramírez, una mujer que fue víctima de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). 

El documental inicia con la cámara que se detiene en la espalda de una mujer, mientras se aplica remedios a base de hierbas en la espalda, salpicada de cicatrices descoloridas, una apertura sobria y emocionalmente demoledora.

Celsa, que ahora tiene 60 años, estuvo encarcelada en la famosa prisión de Emboscada, uno de los campos de concentración que existieron durante el reinado del dictador paraguayo Alfredo Stroessner. Antes de que Celsa pusiera un pie en Emboscada, su madre ya había estado prisionera allí. El  reencuentro allí fue agridulce y devastador. En aquel momento, Celsa también estaba embarazada de su hijo Derlis, que nacería posteriormente en Emboscada.

Desafortunadamente sigo habiendo mucho silencio y quizá hasta miedo por revelar lo que fue vivir con las “caperucitas rojas”  (vehículos donde iban los detenidos) y el temor de todos y todo, todo el tiempo. Los desgarradores testimonios de Celsa y su madre hablan del calor abrasador del régimen autoritario.

No debemos tener miedo de preguntar o responder al respecto porque ese ayer se encuentra enterrado bajo más de 30 años de distancia. Y sabemos que es imposible volver hasta un minuto atrás el tiempo aunque algunos hayan pasado bien más no fue el caso de toda la población paraguaya que o tuvo que padecer los abusos, morir o abandonar el país.  Todo eso nos marca como país por la  elevada tasa de inmigrantes  y los de adentro que sólo  pudieron encontrar seguridad, paz  y armonía recien en en febrero de 1989. 

Al igual que las cicatrices grabadas en la piel de Celsa, la película de Thorne deja claro que los fantasmas del pasado nunca podrán desaparecer por completo. La memoria humana es muy fuerte y la conexión que tenemos con lo visto o escuchado y las emociones son a su vez también fuertes y deben servirnos para aprender. 

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