La expresión de “golpe de estado” está muy lejos de eventos políticos de nuestro presente, fue algo habitual en el mundo hace más de 30 años porque el ciudadano no coincidía con las dictaduras que no gobernaron respetando a la condición humana o integrando al pueblo en las ideas y planes relacionadas con las comodidades del habitante.
Brasil es uno de los países donde existió una dictadura a partir del golpe de 1964 y duró muchos años, el punsch fue llevado adelante por Humberto de Alencar Castelo Branco. Las fuerzas militares o rebeldes se apoderan o intenta apoderarse de los recursos del gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades existentes. Cómo lo ocurrido en Paraguay en 1989 contra Alfredo Stroessner que sostuvo una dictadura por 35 años, tiempo en el que muchas vidas fueron calladas o lesionadas solo por no coincidir con el mandatario.
Ahora la policía brasileña acusa al ex presidente Jair Bolsonaro de planear un golpe de Estado contra Luis Ignacio Lula Da Silva. El expresidente Jair Bolsonaro podría enfrentar cargos criminales por acusaciones de que estuvo involucrado en planes para dar un golpe de Estado después de perder las elecciones de 2022.
Un feroz golpe en cualquier gobierno o estructura estatal de cualquier país del mundo, que funciona para los habitantes que buscan tener orden, seguridad y progreso en sus países. Lo que sabemos hasta ahora es que las autoridades brasileñas anunciaron el jueves que recomendaron presentar cargos penales contra el expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro por su papel en un amplio complot para aferrarse al poder después de perder las elecciones presidenciales de 2022.
Dura condena en puertas
Habrá costado aceptar al Bolsonaro golpista para muchos sin tener consciencia del caos que significaría eso para nuestro vecino sudamericano que posee un estado muy grande para hacer efectiva la respuesta efectiva que plantea ahora su democracia para evitar que se repita.
Además de enfrentar sus problemas particulares ahora también le toca atender los dilemas políticos, que no tienen porqué intervenir en la vida de la población que tiene suficiente con sus frentes particulares que precisan de su atención y capacidad física y mental para encontrar la solución adecuada que pueda darle calma, alegría y energías necesarias para vivir adecuadamente.
Algo que quizá no era lo que pensó el ex pdte del partido liberal brasilero. Los cargos que enfrenta son la culminación de una amplia investigación de dos años en la que la policía allanó casas y oficinas, arrestó a altos funcionarios de Bolsonaro y obtuvo confesiones y acuerdos de culpabilidad con personas involucradas en el complot contra el actual presidente y su gobierno.
Es sabido que el ultraderechista gobernó el país entre 2019 y 2022. Se postuló por la reelección, pero perdió contra el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva que volvió a gobernar su país luego de hacerlo entre los años 2003 y 2011.
Brasil fue y es un desafío enorme para cualquier ejecutivo que debe cuidar el bienestar de 212,6 millones de habitantes que viven 8,51 millones de km², una seria dimensión que posee atractivos para el nativo y extranjero. Está en manos de la fiscalía la acusación con las pruebas de la política y luego serán los jueces los que tengan que condenar o absolver. Veremos lo que pasa en el vecino del Este nuestro principal socio comercial.
Que ahora nos toca saber de este acontecimiento nada interesante por el desastre que es el golpe de estado en cualquier país.