Más que un drama médico, el dengue es una radiografía de la incapacidad de la mayoría de los municipios paraguayos de lidiar con las principales amenazas ambientales que los agobian.
Comenzando por la mismísima capital de la República, los municipios acumulan un pasivo ambiental monstruoso que colocan al país entre los más insalubres en términos de gestión pública de servicios básicos. La recolección de desperdicios sólidos sigue siendo un negocio privado que el contribuyente paga de su bolsillo. El resultado es patético: montañas de basura acumulándose por todo el conurbano, tal como si ese servicio no existiera. El segundo indicador es la virtual inexistencia de canalización de aguas pluviales, con el resultado de ciudades cruzadas por furiosos raudales que destrozan calles y acumulan agua por todos lados, para delicia del mosquito transmisor del dengue. El tercer factor de este desastre ambiental es la también inexistente red de cloacas con plantas de tratamiento. El área metropolitana que rodea Asunción flota, literalmente, sobre un mar de aguas negras infiltradas por centenares de miles de pozos sépticos, una fuente de contaminación para las napas freáticas, en especial el acuífero Guaraní que surte de agua “potable” a más de un millón de habitantes.
He ahí la realidad ambiental de la más grande mancha urbana del país: sin cloacas, sin desagües pluviales y rodeados de basurales inmensos. Este pasivo ambiental va en constante incremento dada la situación de virtual quiebra que afecta a todos los municipios que emplean todos sus ingresos genuinos en pagar personal y gastos de oficina, y que deben endeudarse para emprender cualquier obra de pequeña o mediana envergadura.
El dengue es, en una enorme proporción, resultado de la ausencia de gobiernos municipales, en especial, de su absoluta incapacidad para imponer sanciones a vecinos inescrupulosos y enderezar la conducta ciudadana hacia prácticas de higiene ambiental. En gran medida, los propios municipios son el problema por los factores ya descritos, que le restan autoridad moral a las administraciones municipales para aplicar sanciones.
Hay un puñado de municipios que escapan a este desastre. Ninguno de ellos está a menos de 100 kilómetros de Asunción. Queda todo dicho.