Bolsonaro le ofreció a Marito peces en lugar de dólares
Seamos frívolos por un ratito. Supongamos que Jair Bolsonaro le hablaba en serio a Mario Abdo Benitez respecto a criar tilapias en el lago Itaipú, desentendiéndose del tema verdaderamente importante que es fijar la tarifa de venta de los excedentes paraguayos de energía a Brasil.
Prima facie podríamos imaginar que se trataría de tirar alevines de tilapia al lago y esperar que se desarrollen hasta su madurez. Incorrecto. No es la manera como se encara este negocio.
Detrás de Bolsonaro está la Agência Nacional de Aguas según la cual, la capacidad de producción de tilápias asociada al reservorio de Itaipú es de unas 400.000 toneladas anuales. A valor de mercado, el potencial de Itaipú según el “proyecto Bolsonaro” superaría los US$ 300 millones anuales.
Brasil tiene amplia experiencia en la materia, más allá de los pintorequismos de su presidente. En 2019 la producción total de peces de cultivo en agua dulce llegó a las 750.000 toneladas. Pese a que el consumo interno brasileño no es muy alto – 9,75 kilos anuales per capita- insume casi el 90 por ciento de la producción, por lo que el mercado interno seguirá siendo el principal destino de toda especie acuícola cultivada o capturada en el país. Con un mercado interno insatisfecho y perspectivas casi ilimitadas de exportación, se entiende porqué Bolsonaro pone el pie en el acelerador en la cria de peces de agua dulce.
La cría en tanques en red alimentados por agua de embalses se ha extendido notablemente en Brasil. Se trata de sistemas muy eficientes, que alcanzan altos niveles de rentabilidad para el acuicultor. En Rio Grande do Sul se ha extendido el modelo que, con una inversión de US$ 18.000 por unidad de producción, arroja una renta bruta de hasta US$ 5.000 tras seis meses de cría. Este sistema es derivado de la cría en jaulas que se utiliza normalmente en los litorales marítimos en países de enorme potencial pesquero. Las especies de cria permanecen en recintos cerrados y no se mezclan con el resto de la población ictícola. O sea que la alarma disparada sobre la “masacre de especies nativas” no tendría, a primera vista, mayor fundamento.
No es tema para una cumbre de presidentes, lo admitimos. Pero alguien de menor rango tendría que ocuparse de él.
Los brasileños ya lo están haciendo. Con o sin nosotros.