Garantías «concretas y verificables» sobre deforestación, cambio climático y reglas sanitarias. Es lo que pide el ministro de Comercio Exterior de Francia, Franck Riester, a los cuatro países del Mercosur para que el acuerdo de libre comercio con la UE salga del impase.
Riester adelantó, en una entrevista concedida a Efe, que Francia, que preside este semestre la UE, está especialmente preocupada con la deforestación y apunta a las plantaciones de cacao, de café y de aceite de palma como algunas de las actividades más nocivas.
«El comercio no se puede hacer en detrimento ni del medio ambiente, ni de los bosques, trabajamos en una herramienta jurídica que nos permita luchar contra la deforestación importada», explicó el miembro del Gobierno de Emmanuel Macron.
Este dispositivo, que se espera que sea aprobado por el bloque europeo en «los próximos meses», servirá para «bloquear la importación de los productos que hayan contribuido a deforestar».
«Permitirá no solo aplicarse eventualmente a los países del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), sino también a todos los socios comerciales de la UE. Es una forma de exigencia para las importaciones europeas. También se aplicará a los propios productos europeos», sostuvo Riester.
Brasil, el país con más superficie de bosque amazónico, registró récords de deforestación y llegó a 13.235 kilómetros cuadrados entre agosto de 2020 y julio de 2021, la mayor área degradada para un período de 12 meses en los últimos 15 años.
Riester evitó pronunciarse sobre la gestión del presidente Jair Bolsonaro y dijo que las negociaciones comerciales del Mercosur son competencia de la Comisión Europea (CE), que en el momento oportuno detallará las «garantías» solicitadas a los países del Mercado Común del Sur.
La UE y el Mercosur tienen unas fluidas relaciones comerciales. El bloque comunitario exporta mercancías al bloque sudamericano por un valor de 45.000 millones de euros anuales e importa productos del Mercosur por casi el mismo valor (43.000 millones).
Las dos regiones habían llegado a un acuerdo político en junio de 2019, después de 20 años de negociación. Sin embargo, la ratificación quedo encallada por las tensiones sobre el medio ambiente, con Francia capitaneando el rechazo de algunos socios, y salpicadas por las fricciones entre Macron y Bolsonaro.
«En el estado complicado en que está (el acuerdo), es imposible firmarlo, porque tenemos que tener garantías en materia de deforestación, en materia de respeto de lucha contra el calentamiento climático, y del respeto de reglas sanitarias y fitosanitaria», aclaró el jefe de la diplomacia francesa
«La idea sería la de no renegociar el acuerdo» y sí incluir en él «garantías concretas, verificables y que comprometan de la parte de esos países» del Mercosur, según Riester.
El ministro francés, que realizó visitas oficiales en diciembre a la República Dominicana, Ecuador y Colombia, negó además que Latinoamérica haya quedado relegada de las prioridades internacionales de Francia desde que Macron asumiese en 2017. «No existe ostracismo respecto a América Latina, con la Guayana francesa tenemos presencia allí y es un continente que es importante para nosotros», expuso Riester.
DEFENDERSE DE PRÁCTICAS DESLEALES
Francia, que estrenó la presidencia rotatoria de la UE este enero, se ha fijado como una de sus prioridades la capacidad autónoma del bloque para contrarrestar prácticas que considera desleales por parte de otros socios comerciales. Riester prefiere no apuntar a un país en concreto y sí a prácticas específicas.
«Mire lo que pasa con China y Lituania (…) Es una demostración de que en la Organización Mundial del Comercio debe haber respuestas y arbitrajes rápidos y eficaces y, en paralelo, que nosotros tengamos nuestro propia legislación anti-represalias para reaccionar a ese tipo de prácticas», aseguró.
La tensión comercial entre el gigante asiático y la UE aumentó desde que China bloquease las importaciones de Lituania debido a que esta pequeña república Báltica autorizó la apertura en su territorio de una oficina comercial de Taiwán con ese nombre, y no bajo del de Taipéi, que prefiere Pekín.
«Ha habido una coacción, una presión comercial y económica en respuesta a una decisión política de Lituania y por eso nosotros estamos en total solidaridad con Lituania», insistió Riester. EFE