La situación en términos de vacunaciones en escuelas y colegios no va tan rápido como se quisiera.
Se pensaría que ahora con una oferta notable, nuestros jóvenes estarían deseosos de acudir a los vacunatorios, pero sin embargo lo único que parece demostrar que algo puede pasar de forma grave es la amenaza de llegar a treinta muertos por día de febrero, pero nuestras autoridades públicas no se están moviendo como debieran para evitar una contingencia de ese tipo.
Los programas de promoción de la vacunación no han sido más que referencias de cuestiones de corrupción antes que un deseo real y concreto de aumentar el número de inoculados.
El Paraguay está muy lejos y rezagado y con un Gobierno sin estatura moral para sugerir una cuestión de este tipo; menos para hacer obligatoria la vacuna.
Ojalá no tengamos que lamentarnos todo este tiempo que hemos pasado que tendría que haber sido utilizado para una inoculación masiva de la población paraguaya para evitar, reitero, lamentarnos más de treinta muertos en febrero próximo.