¡Qué año! Realmente, que año. 2021 fue un año raro, desgastante, donde en inicio se sintió como la simple continuación del 2020, encerrados, con temor a contraer un virus, pensando que no saldríamos con vida, o si lo hacíamos, tendríamos que vender hasta el alma para pagar los medicamentos escasos, una cama en terapia u oxígeno.
Así veíamos el horizonte nublado y oscuro del 2021, hasta que, donaciones de por medio, llegaron las tan preciadas vacunas COVID y ahí comenzamos a respirar y transitar el camino a la tan ansiada recuperación económica.
2021 fue un año “ayudinado”, donde vimos blanquear a grandes “valores” de la política por sus pares, donde primó el descuento a 5 dedos, pero si te agarran robando, más vale sea en grande, porque ahí podes devolver una parte y salir airoso. Claro, todo mientras seas parte de la rosca.
Un año donde el pueblo alzó su voz e hizo temblar a los corruptos, pero nuestra mala memoria ganó.
Un año donde la delincuencia primó, pero el Ministro del Interior lo vió como una sensación, una suerte de: en los medios de comunicación se pasa muchas veces al día el asalto y por eso se cree hay inseguridad. O un año donde este mismo Ministro salió a limpiar plazas, en vez de explicar la ola de sicariatos que se vivieron.
Un año donde equipos criminales volvieron a pegar duro, y el secuestro y la extorsión tomaron primera plana. Donde duele escribir que hasta ahora no tenemos noticias de Edelio Morinigo (7 años secuestrado) Felix Urbieta (5 años secuestrado) y Óscar Denis (16 meses secuestrado)
Un año de 43 feminicidios, con el espeluznante caso de Cinthia Areco que nos demostró, una vez más, que el sistema penitenciario no sirve, está obsoleto y corrupto.
Pero también llegó lo bueno.
Continuará el lunes 27…
Florencia Gismondi.