Por Benjamín Fernández Bogado
Siempre que existe un problema que ya conocíamos y no se resuelve como se debería, y llegamos a la conclusión trágica de ver sumar la cantidad de muertos, como el caso de la lucha contra el Covid-19, nos preguntamos quién tiene la culpa de todo esto. Casi siempre suelen saltar las voces diciendo que hay otros países más organizados que los nuestros, que también han padecido situaciones todavía más dramáticas, con una mayor cantidad de muertos, y comienzan a asaltar las estadísticas comparativas. Para un país como el nuestro de 7 millones de habitantes, tendríamos que compararnos con otras naciones de la región, como el caso de Uruguay, que teniendo una población de mucho mayor riesgo que la nuestra, con una población adulta muy grande en comparación a la nuestra que es de las poblaciones más jóvenes del mundo. Evidentemente ese no es un factor que pudiera medir el grado del porqué han sido más exitosos los uruguayos que los paraguayos.
Aquí hemos empezado bien, pero no hemos hecho la tarea durante el transcurso del tiempo. No hemos hecho la tarea burocrática administrativa de prepararnos para circunstancias como ésta. No hemos renovado por dentro del funcionamiento del Estado en relación con el mandante que estaba padeciendo y sufriendo las consecuencias de una larga cuarentena. El gobierno se desconectó de la gente y eso ha tenido un costo increíble en todo lo que ha venido como consecuencia. La cantidad de errores que se van sumando desde las cuestiones de compras de insumos hasta el manejo de las pruebas que ahora ya se ponen en entredicho debido a que no se encuentran los insumos que tendrían que haber sido comprados en tiempo y en modo.
Nos hace falta entender el sentido del mandato constitucional que dice que el gobierno debe cuidar la vida de las personas a su cargo. Eso no ha ocurrido y estamos comenzando a contar cifras trágicas del aumento de personas fallecidas por Covid-19.