Por Benjamín Fernández Bogado
Mucho ha aprendido el ser humano en estos cinco meses para luchar contra el Covid-19. Aquellos gobiernos que tuvieron una actitud desdeñosa desde el principio están contando muertos que se acercan a los 500.000. Si sumamos la cantidad de víctimas en Estados Unidos a los de Brasil, México y el Reino Unido, esa cantidad es absolutamente posible de redondear en esas perspectivas. Lo que nos demuestra también que los gobiernos que no lograron sintonizar con la gravedad del problema desde el inicio, están ahora lamentando sus consecuencias y se ha convertido en el factor de inestabilidad política más grande al interior de sus administraciones.
En el Paraguay hemos tenido el problema grave de la corrupción endémica que nos ha develado un gobierno que al principio tomó la determinación correcta de la cuarentena. Pero cuando dijo que lo hacía también para preparar sus hospitales, que se encontraban sin capacidad para enfrentar una demanda notable de personas, nos dimos cuenta de que empezaban a mostrarse las lacras de una estructura que realmente no se ha podido mejorar, sino que, por el contrario, sólo sirvió para mostrarnos el nivel de deterioro que tiene la estructura administrativa del Estado paraguayo.
El mayor problema, además de la empatía, es la ausencia de una comunicación que realmente sea clara y sea concreta. El Gobierno cree que es un problema de gobernabilidad aliarse con Cartes cuando la gobernabilidad le vendrá o se irá en función directa del nivel de apoyo que tenga en la gente que ha comenzado a contar en números cada vez más importantes las víctimas del Covid-19.
Hemos alcanzado 75 y nuestros administradores, en vez de darnos seguridad en nada, nos dicen que podríamos tener todavía cifras cercanas a 4.000. Y el Ejército se encarga de mostrarnos cómo van a recoger a los cadáveres en las calles si esto llegara a acontecer. Falta de empatía, falta de diligencia, falta de capacidad administrativa en torno a los recursos, se nos está llevando a una situación de frustración y también de deterioro en el relacionamiento con nuestros mandatarios.
