Basta de ir con el sombrero en la mano a los foros del clima
Pedimos disculpas por el neologismo, pero la palabreja resume con bastante eficacia todo un comportamiento colectivo que nos empieza a rodear y agobiar. Calentamiento global, cambio climático, mitigación, adaptación, todos conceptos que hemos tenido que incorporar a nuestro léxico diario para no quedar desactualizados.
Los principales impulsores de esta filosofía del calentacionismo pertenecen al mundo superindustrializado que se ha tomado la costumbre de apuntar el índice acusador hacia el tercer mundo atrasado, corrupto y depredador que deforesta para cultivar granos y criar ganado. Se han tomado incluso el trabajo de medir los pedos y los eructos de las vacas que, según los filosofistas del calentacionismo, contribuyen a hacer hervir la atmósfera, derretir los polos y subir el nivel del mar. También han dado a luz hordas de profetas que advierten que para el 2050 el mundo terminará de incendiarse y todos deambularemos muertos de hambre y de sed por un desierto postapocalíptico lleno de esqueletos polvorientos y cruzado por remolinos de cenizas. Otros traen “buenas nuevas”: volvernos veganos o, al menos, vegetarianos. Algunos gansos bobalicones, categoría que milita con entusiasmo el Ministro del Ambiente y el Desarrollo Sostenible de Argentina, irán al foro de Glasgow de noviembre próximo con la idea de hacer obligatorio un “lunes sin carne”.
Los caudillos del calentacionismo extremo se ponen cada vez más exigentes… con el sur desorganizado y desaseado. Pero, ¿Cómo tienen cara para hacerlo? A ver, si de emisiones del CO2 se trata -principal gas de efecto invernadero-, sólo China, la Unión Europea y Estados Unidos son responsables de escupir a la atmósfera el 51,8% de todo ese gas tan maligno. ¿Saben cuánto aporta el Paraguay al total? El 0,02%. Sin embargo, los calentacionistas europeos tienen el atrevimiento de levantarnos el dedito acusador a nosotros, cuando ellos descargan cada año al cielo 3.500 millones de toneladas del gas, el 15% del total global. Y eso que el Mercosur tiene casi cuatro veces más territorio y apenas un tercio menos de población que la UE.
Paraguay genera toda su energía en forma limpia y practica una agricultura y ganadería en equilibrio con el ambiente, produciendo comida para 80 millones de personas.
Basta de ir a estos foros climáticos con el sombrero en la mano.