Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
El modelo de sociedad que pretende seguir Estados Unidos es lo que se define en términos electorales esta semana y especialmente a cuánto quiere parecerse a Estados Unidos, a su viejo modelo institucional o a una ruptura de todo aquello que algunos creen que es el mejor modelo de exportación de la democracia del mundo libre.
En ese sentido, Trump ha manejado desde que fuera electo una ruptura por completo de lo que ha sido la norma, la liturgia del poder en ese país, no habiendo sido republicano, realmente se postuló por este partido y ganó la nominación, y ha venido insistiendo de que Biden representa la continuidad de una persona que siempre estuvo viviendo dentro de la estructura gubernamental y aprovechándose de esas circunstancias.
Otros afirman que Trump es un hombre que habla mucho, habla fuerte, pero actúa muy poco y muy débil. Hay otros que miran que la conveniencia de ese país siempre está en relación a cuanto convino a los intereses económicos de cada uno de los pobladores. En este caso se agrega un elemento más 230.000 muertos por Covid, enfermedad que al principio había subestimado en su efecto letal y no había preparado a su país para enfrentar los efectos de la pandemia.
También dentro de lo que significa las cosas anecdóticas o estadísticas, es el primer presidente norteamericano que no se lanza a una guerra internacional en su primer período como presidente, pero básicamente lo que se define esta semana en Estados Unidos es el modelo filosófico que quiere proyectar para adentro y para afuera en términos de nación.
Si quiere pretende continuar siendo una referencia de la polarización y del conflicto permanente, y busca una unión y una cohesión de nuevo de ese país ante graves temas como el racismo, como la cuestión del seguro de salud y otras cuestiones de política doméstica de altísimo impacto en esa nación. Estados Unidos, ante el reto filosófico de su destino