El Gobierno de España ha presentado los nuevos Presupuestos del Estado para el 2022 con el característico ejercicio de propaganda al que nos tiene acostumbrado. Oficialmente, se tratan de los presupuestos más expansivos de la historia; esta receta (batir el récord de gasto público gracias a las ayudas de Bruselas) es imprescindible para la recuperación económica que hay que impulsar a raíz de la crisis económica que ha originado la pandemia del COVID-19: “Seis de cada diez euros de los Presupuestos se destinarán a políticas sociales”, afirma el Gobierno.
Sin embargo, la propaganda del Gobierno, con sus mentiras y contradicciones, no pasa desapercibida a muchos ciudadanos. En realidad, los Presupuestos del Estado son “expansivos” para el Estado, sus estructuras, gobernantes y red clientelista afín. Pero no para el ciudadano común, para el empresario, para el trabajador autónomo, que ve aumentar sus impuestos en el peor momento de la crisis. Un país con la recuperación económica más ínfima de toda la zona euro, lo último que necesita es populismo y aumentar el gasto, sino seguir el ejemplo de los países que mejor han logrado afrontar la crisis económica: bajar impuestos, reducir gasto superfluo y eliminar estructuras burocráticas obsoletas que son, de hecho, un verdadero antagonista del bienestar ciudadano.
Ante tanta propaganda triunfalista, bueno es recordar que, según las cuentas oficiales, el Estado español está quebrado (técnicamente en default) ya que el patrimonio neto del año 2020 es igual a -579 millardos de euros. Para quienes quieran aterrizar la cifra, hay que tener en cuenta que un millardo son mil millones. Otra cifra ofrece luz sobre la envergadura de la crisis española: la deuda del Estado ha superado los 1.400 millardos de euros en el 2021. Pero más que la cifra en sí, lo determinante es la evolución del problema; al igual que la fiebre con un paciente, es fundamental saber si está subiendo o bajando y, en consecuencia, podemos concluir que el caso de España es realmente preocupante: los ingresos han sido inferiores a sus gastos desde 2008 a la vez que el gasto público, en un ejercicio de profunda irresponsabilidad, no ha dejado de aumentar.
¿Cuándo explotará la burbuja llamada España?