martes, septiembre 30

Espionaje: Juego malintencionado / Félix Martín Giménez Barrios

Esta semana se dio a conocer una noticia que no ha dejado indiferente a nadie del
mundo político de nuestro país. Desde el ministerio de relaciones exteriores de Brasil,
reconocieron que la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) llevó a cabo operaciones
de espionaje cibernético contra funcionarios del gobierno paraguayo durante el
gobierno de Jair Bolsonaro (2019 – 2022). Al parecer, su objetivo fue acceder a
información confidencial de las tarifas de energía producida por Itaipú.

Desde entonces, las tensiones diplomáticas entre ambos gobiernos han aumentado,
algunos senadores y otros miembros del gobierno han pedido explicaciones,
destacando que el hecho es un atentado contra la soberanía y una clara violación del
derecho internacional. Bajo este contexto, hay que recordar que el espionaje en la
política internacional siempre ha generado tanto intriga y curiosidad, son varios los
gobiernos que utilizan espías para obtener información y las ventajas que ofrecen.

Quizá el apogeo del espionaje se dio durante la guerra fría, donde sorprendentemente
no solo entre los bloques rivales se espiaban constantemente, sino que también entre
sus propios aliados. Respecto a estos hechos, la interrogante que todos nos hacemos
siempre es la siguiente, ¿qué efectos tiene el espionaje para la seguridad y la
estabilidad global? Hay que mantener la calma y responder con argumentos solidos a
esa pregunta.

En primer lugar, hay que entender que el espionaje entre países es tan antiguo que
básicamente, desde el inicio de la civilización se encuentra presente en la escena
global. No se trata únicamente de obtener información confidencial, también implica
para los espías, tener la capacidad de analizar e interpretar los secretos que obtienen
para luego tomar las decisiones de su conveniencia. En el mundo de hoy, las agencias
de inteligencia de las potencias mundiales tienen un rol clave en la formación de
estrategias de defensa para los intereses de sus gobiernos y estados.

No obstante, históricamente el espionaje se ha utilizado con fines hasta abiertamente
maliciosos al llevarse a cabo operaciones de sabotaje entre naciones rivales. Acciones
como el robo de datos y tecnología militar, inserción de ideas y propagandas para
influir en elecciones presidenciales, son solo algunos ejemplos de como estas
acciones si se ejecutan cercanamente a la perfección, pueden realizar cambios
históricos que, por lo general, solo perjudican las relaciones entre los países
implicados.

Actualmente, algo como el espionaje se encuentra más normalizado en nuestras vidas
de lo que queremos creer. Varias empresas saben abiertamente nuestros datos
personales, datos que muchas veces nosotros mismos hemos informado
voluntariamente. Pero una cosa es el espionaje a individuos comunes y otra muy
diferente es cuando ocurren estas acciones entre distintos gobiernos mundiales.

Es urgente que, por el bien de las relaciones diplomáticas, los países establezcan
normas y reglas claras en cuanto al espionaje. Lo que incluye primero que nada una
transparencia en ciertas informaciones, como la rendición de cuentas y castigos
necesarios, así como la garantía de los derechos humanos y de la privacidad.