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La España de Pedro Sánchez legaliza el golpe de Estado

Sólo los ignorantes supremos de la historia se atreven a negar que el socialismo tiende, de manera natural, a radicalizarse y, como consecuencia, a incentivar lo peor del ser humano y los comportamientos dictatoriales más crueles conocidos hasta el momento por la humanidad.

A esta deriva política abyecta y contraria a los principios democráticos de un estado constitucional democrático moderno, se ha unido Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, protagonizando lo que es, de hecho, un silencioso golpe de Estado, cambiando leyes fundamentales y asaltando el Tribunal Constitucional. Este suceso es difícil de creer, y por lo tanto fácil de negar, porque parece incomprensible e imposible que pueda suceder en un país que está dentro de la Unión Europea, pero los hechos son incuestionables, son los que son, y no cambian sólo porque los principales medios de comunicación lo oculten o porque gran parte de la ciudadanía esté comprada con subsidios o narcotizada por los beneficios de un corrupto, insostenible y fraudulento Estado de Bienestar.

Sobre este golpe de Estado -perpetrado en una semana donde la ciudadanía estaba distraída por un largo puente vacacional, por la festividad social que supone el Mundial de la FIFA y también con el cierre del año y los preparativos de la Navidad- han alertado un grupo de intelectuales, que han unido sus voces contra la derogación del delito de sedición: Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Carlos Herrera, Jesús Villegas, Iñaki Arteta, Joaquín Leguina, entre otros. En efecto, la plataforma Unión 78 ha alertado sobre las consecuencias dramáticas de la sustitución del tipo penal por el que fueron condenados los promotores del referéndum de independencia de Cataluña. Esta modificación, que favorece a líderes afiliados a los partidos que sostienen en el poder al actual Gobierno de España, traerá consigo que las condenas máximas de 15 años de prisión pasarán a cinco años. De esta manera, el Estado de Derecho español se quedará sin armas para protegerse de quien quieren acabar con la Ley y el Estado en cualquiera de sus regiones.

Compartimos aquí la preocupación de quienes sostienen, con criterio, honor y valentía, que es un gravísimo error equiparar un golpe de Estado, una declaración de independencia y un asalto a las instituciones de carácter nacional, con el delito de desórdenes públicos. Jamás un golpe planeado a la democracia constitucional será lo mismo que los destrozos arbitrarios de un borracho en las calles; salvo para Pedro Sánchez, que es capaz de cualquier cosa con tal de permanecer más tiempo en el poder. Todos estos hechos han llevado a que Fernando Savater, filósofo reconocido por su pensamiento libre de ataduras ideológicas, escribiera esta semana en Twitter: “Para oponerse a Pedro Sánchez no hace falta ser de derechas, sino sensato. Una persona de izquierdas bien informada también debería estar en contra”.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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