Cuando la entonces intendente de Asunción Evanhy de Gallegos inició en 2009 el enrejado de la plaza Italia, el coro de reprobaciones no se hizo esperar. Todas las organizaciones que se movilizan periódicamente para exponer sus reivindicaciones calificaron la obra como un atentado contra la libertad de manifestación y una violación de antiguas tradiciones de movilización popular, las más recordadas de las cuales se iniciaron en aquel cuadrilátero poblado de árboles.
Desde cierta perspectiva, las reacciones tenían un sentido positivo, porque asociaban legítimas luchas contra la dictadura estronista con sentatas y marchas que se iniciaban en aquella plaza que con el tiempo se tornó emblemática en la resistencia contra la opresión. Igual reacción causaría, tres años más tarde, una obra similar en la plaza Uruguaya, cabecera del “marchódromo” o itinerario oficial de manifestaciones que tengan como destino las plazas del Congreso.
Pero si bien el origen de esta simbología es cien por ciento legítimo, tampoco es menos cierto que con el tiempo, hubo quienes hicieron un uso equivocado de estos emblemas degradándolos y manchando su significado con acampes que convirtieron ambas plazas en chiqueros y depósitos de toda clase de basuras.
La plaza Italia parecía condenada a ese destino ignominioso hasta que el enrejado detuvo el deterioro y hoy es un espacio verde ordenado, limpio y abierto a toda clase de actividades. El mismo temor generaba la plaza Uruguaya, usurpada por falsos dirigentes indígenas, en especial una familia que se caracteriza por sus actividades extorsivas y prepotentes, que destruyeron por completo la plaza, sembrándola de pozos para deposiciones, montañas de basura, destruyendo además el mobiliario urbano y ahuyentando a visitantes, en especial, habitués de las dos librerías allí instaladas. Hoy, el cerco perimetral ha terminado con esos atropellos, devolviendo a la ciudad un paseo magníficamente ornamentado, con nuevo mobiliario, camineros espléndidos y una vegetación en franca restauración.
Hoy se habla de recuperar la Plaza de Armas. Adelante con el proyecto. Los dos ejemplos antedichos derriban cualquier argumento en contrario. Sería otra etapa en la tarea de preservar los espacios públicos de Asunción de la barbarie y la depredación.