martes, septiembre 30

Esos males incómodos / Félix Martín Giménez Barrios

No es de extrañar para nada que existan personas, jóvenes, adultas que de
corazón afirmen despreciar los noticieros o cualquier cosa en relación con la
prensa. La mayoría tendrá sus razones, y un argumento muy válido es que, a
gran medida, las noticias u opiniones suelen ir cargados de una connotación
negativa de la realidad, que sí, suele ser abrumadora.

Se suele decir popularmente que en los hospitales es donde uno puede llegar a
deshumanizarse, al ver tanto dolor y pena de algunos pacientes y familiares. El
mismo caso puede darse en el ejemplo de los noticiarios y reportes que
siempre necesitan de conflicto y controversia, muchas veces innecesaria para
vender y así buscar un alto rating de vistas.

Muchos pensaran que esa negatividad es necesaria para que se pueda, de
alguna forma, apreciar la bondad y el bienestar que se tiene, sea abundante o
escaso. Es una píldora amarga de digerir, pero quizá todo ese conjunto de
noticias horripilantes y desesperanzadoras puedan recordarle a uno que
siempre hay quien la pasa peor. Aun así, no todos van a tolerar ciertos casos y
evitaran consumir noticias en general, buscando priorizar su salud mental.

En ese sentido, los telediarios servirían de recordatorio amargo de que la
maldad es una parte que siempre ha estado y estará ahí en la naturaleza
humana, pero tampoco puede ser la única característica que defina a la
humanidad en las distintas sociedades y culturas del mundo. No puede ser que
solo se informen sobre corrupción, guerra, asaltos, desapariciones y demás
tragedias.

Lo que se debe buscar desde la prensa, si es que realmente piensan en un
publico potencial y no solo en el real, es encontrar un equilibrio al informar u
opinar sobre los conflictos del país y del mundo. Es necesario contar historias
de esperanza y alegría, noticias que recuerden al ciudadano de a pie que la
bondad sigue existiendo en estos tiempos.