Esa debería ser parte del mantra que debemos repetir los paraguayos con la sobre abundancia de hidroenergía que estamos teniendo desde hace 50 años y que no ha resultado en apalancar en ella nuestro desarrollo y prosperidad.
Aquí en España pegan el grito al cielo con los altos costos de consumo eléctrico. Los precios están por las nubes y el malhumor de la gente: igual. 185 euros el megavatios frente a los 42 dólares que nosotros pagamos por lo nuestro.
Una gran diferencia es que si tuviéramos líderes visionarios hace mucho tiempo deberíamos haber radicado industrias, desarrollado transportación movida a electricidad, cocción de alimentos con cocinas a inducción y muchas otras formas que tendrían que habernos convertido en un país rico y próspero. Nada de eso pasó porque nuestros gobierno solo buscaron vivir de las migajas que nos tiraban nuestros socios y a vivir sobornados por ellos. Un ex presidente como Duarte Frutos hoy devenido en un cargo inferior en Yacyretá se ufanó hace poco por el «hecho histórico» de poder retirar nuestra energía completamente de la presa!
La falta de líneas de transmisión de Itaipú hizo que nos quedáramos sin opciones en la mesa de negociación con los brasileños. Las torpezas de ex profeso nos ha empobrecido notablemente e hizo desperdiciar nuestra principal riqueza sin tener conciencia de ello.
Aquí están todos enfurecidos por la subida del precio de la energía que grandes empresas siderúrgicas como Sidenor han cerrado sus puertas por 20 días porque con los precios de la energía no les es rentable seguir produciendo. Pasa también con otras que buscan la misma solución drástica justo luego de emerger lentamente del año y medio de la pandemia.
El precio del barril del petróleo por sobre 80 dólares también constituye un problema en un continente que usa gas en grandes cantidades. La temporada del invierno está próxima y con ello la preocupación sube de punto. Si se mantiene en estos estándares toda la economía se verá aún más resentida de lo que ya está.
Costoso aumento
Madrid vuelve a moverse con lentitud. Los tapabocas se usan con mayor discreción y para un país acostumbrado a la socialización constante la experiencia pandémica ha sido frustrante y dolorosa. España centra gran parte de su economía en el turismo donde el ingreso de los de afuera doblaba a su población. Con los altos costos de la energía también se resiente el golpeado sector hotelero y la población tiene que racionar el uso de la misma ya que los costos de la energía de consumo doméstico tienen valores diferentes dependiendo de la hora que se la utilice. Una española me decía que lavar ropas o plancharlas hay que hacerlo de madrugada ya que de día el precio que debe pagarse por el consumo se dobla.
Nosotros no tenemos agenda eléctrica. La cuestión cuando llueve es reparar transformadores y distribuidores y cuando pasa la lluvia vivir de la renta, los royalties y la fiesta de corrupción que genera la distribución de los mendrugos entre toda la clase política. No tenemos certeza sobre cuántos años nos queda de hidroenergía con el crecimiento del consumo y por supuesto, estamos lejos de apalancar nuestro desarrollo en el uso de la mayor riqueza que puede tener un país: energía limpia y renovable.
Mientras los europeos viven angustiados nosotros estamos como los comedores de loto. Sin conciencia del valor de lo que tenemos y enfrascados en disquisiciones absurdas y posiciones entreguistas. No podemos seguir así.