Pareciera no existir peor enemigo del ámbito jurídico que la propia estructura del Estado. En casi todos los pleitos en los que está involucrado el Estado, el mismo pierde a pesar de tener una legión de abogados, y a pesar del raciocinio de muchas de las demandas de empresas como Ingenierim -por ejemplo- que le gana a la Ande, como le ha ganado en otras oportunidades, sigue participando de cualquier licitación que se le presente y no hay ninguna sanción contra ella por no haber entregado las obras licitadas en tiempo y modo que les pare.
Es evidente que la corrupción del sector público, con el privado, pero también del propio segmento público, nos está acabando como República.
El gran negocio es fallar en contra del Estado, que es como pelear contra un muerto, ya están derrotados antes de iniciar la cuestión de carácter jurídico, y lo que vemos en la mayoría de los casos son jueces muy ricos y abogados de instituciones que debieran defender los intereses públicos, igual.
Cuando vemos la cantidad de gente que tiene la Procuraduría General de la República, la Fiscalía General del Estado, hay un ejército de jueces, fiscales, que uno dice “toda esta gente tendría que salir en defensa del interés común”, pero la cuestión es muy simple, ese interés es el menos común que tienen en donde se privilegia el interés particular y egoísta de cada uno de los protagonistas.
Importa más cuánto voy a ganar de este pleito, cuánto va a ganar el sector al que pertenezco, antes que defender los intereses nacionales.
La Ande va a perder aproximadamente US$1,5 millones, y alguien dirá “bueno es una poca cantidad”. Uno de los abogados de la empresa ganadora es el actual Canciller Nacional, el mismo que ha dicho en estos días que aquel que crea que la Ande se va privatizar está perdiendo su tiempo.
En realidad el Estado Paraguayo hace bastante tiempo se ha privatizado, no es pertenencia de cada uno de nosotros, sino que se ha loteado en relación a los intereses de los actores políticos de turno.
