Las vacunaciones representan un grave desafío en términos de logística. Hay que tener preparado el equipo y saber cómo realizar dicha tarea. O de lo contrario tendremos las escenas que ya hemos visto en estos primeros días y que no hemos alcanzado aún a vacunar a 200 000 personas, pero ya han aparecido algunas personas muertas que han recibido vacunas.
Es lógico que eso significa corrupción, que alguien ha recibido dichas vacunas y diciendo que fueron otras las que fueron sujetas de la misma cuando esas otras ya no estaban vivas.
Pasó una cosa similar también con la convocatoria a las personas mayores de 75 años en un hospital en la zona de Trinidad, donde no respetaron las convocatorias que hicieron en tiempo ni en modo y tuvieron una presencia masiva que llevó al enojo, y por qué no, a los riesgos de propagación del coronavirus en personas que tienen un alto riesgo por la fragilidad de su cuerpo.
Todas estas cosas tendrían que estar pensadas hace bastante tiempo. Este Gobierno tendría que tener una cabeza planificadora que esté respondiendo a este tipo de demandas y no exponerse a esto, que es el hazmerreír y una demostración de falta absoluta de capacidad organizativa.
Si en 200 mil vacunados ya tenemos estos inconvenientes, no querríamos imaginarnos lo que será cuando tengamos que aumentar el número de vacunas que se siguen esperando desde hace bastante tiempo.
La logística y la distribución, como la vacunación en sí, son procesos complejos y el Paraguay necesita aprender, si no tiene, de la propia experiencia de otros que han hecho la tarea de manera más eficaz y menos caótica ni corrupta como hasta ahora.