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El socialismo no perdona: el peso colombiano se hunde

La moneda colombiana ha batido un nuevo récord histórico y se sitúa al borde la barrera de los 5.000 pesos al cambio respecto al dólar.

Se trata de una pérdida de valor cercana al 19%, convirtiéndose en la moneda más devaluada del mundo desde el pasado 17 de junio, cuando se hizo evidente la posibilidad de que Gustavo Petro -exguerrillero y digno representante del socialismo revolucionario- llegara a la presidente de Colombia. Petro es un revolucionario -antes con las armas, ahora con la política- y su amenaza de modificar los cimientos del modelo económico aplicado en Colombia en los últimos 30 años ha alertado a los mercados.

Lo más doloroso de esta situación, que empobrece el poder adquisitivo de los ciudadanos, es que se trata de una situación ya advertida. Pero la mayoría de los colombianos no quisieron escuchar ni ver que lo peor estaba por llegar, posiblemente cegados en su ego por la terrible disposición de ánimo antiuribista -la corriente política que pretende continuar el legado del expresidente Álvaro Uribe Vélez- que se ha consolidado en Colombia a punta de manipulación de la izquierda y de errores de la derecha, que no ha sabido contrarrestar el discurso del odio y de la lucha de clases que los seguidores de Petro han estado cultivando en los últimos años.

Es cierto que el país cafetero está caracterizado por una desigualdad estructural que ha ido incrementándose con el tiempo. Pero es igualmente verdadero que nunca los pobres en Colombia han estado mejor, como también que los pobres de los países vecinos que han sido gobernados por el modelo socialista nunca han estado peor que en la actualidad, salvo los parásitos que viven de la burocracia y del Estado a costa de lo que sea y de quien sea, sin importar los derechos constitucionales.

El escenario de Colombia es tenebroso: Petro ha anunciado un nuevo impuesto similar al de Argentina que gravará los flujos hacia el exterior. Junto al abandono de la responsabilidad fiscal, el aumento de los impuestos, el retroceso en la apertura comercial y la debilitación del derecho a la propiedad privada, Colombia ha iniciado el camino de Argentina. Al ser un país rico en recursos, será una larga travesía hacia la pobreza y la violación de derechos humanos. Ningún colombiano podrá decir que no fue advertido y con toda seguridad su economía y modelo productivo se hundirá: el  valor de la moneda es solo la punta iceberg.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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