La Fuerza de Tarea Conjunta sigue en deuda con la sociedad paraguaya, recibe más de G. 300 millones por día y los resultados de su gestión para enfrentar la insurgencia en el Norte no se han mostrado hasta ahora muy efectivas que digamos.
El secuestro y asesinato del joven Ríos es una muestra más de su incapacidad en términos de previsión, control y búsqueda de personas que han llevado dolor, luto y muerte a varias familias de esta zona del país.
De hecho, varias personas siguen secuestradas sin conocerse su paradero y su destino. Entre ellos el del ex vicepresidente de la República, Óscar Denis. Todo esto nos demuestra que hay que repensar profundamente para qué sirve la FTC, a quiénes beneficia y si realmente tienen la capacidad de hacer aquello para lo cual han sido ordenados, administrados y financiados.
Lo que estamos viendo hasta ahora es que no han constituido más que otra estructura burocrática costosa sobre un pretexto tan altruista que significa preservar la vida de la gente, pero que, sin embargo, se ha convertido en un pingüe negocio tanto para aquellos que secuestran y matan como aquello que deberían perseguir la criminalidad y no hacen nada. Es el tiempo de pensar seriamente en reacondicionar el rol de estas Fuerza en beneficio de todos.