Una exdiputada Colorada, condenada en EE.UU. por tráfico de drogas y lavado de activos, Cynthia Tarragó, solicitó ser reincorporada al Partido Colorado.
Muchos tomaron esto como una especie de impertinencia, y otros lo entendieron como una normalidad dentro de la estructura de un Partido que ha tenido a muchas personas sospechosas en su conducta durante el tiempo de permanencia en el legislativo, e incluso en el Ejecutivo con todos los delitos por los cuales fueron condenadas varias personas y entre ellas Cynthia Tarragó, que dice -como cualquiera en su condición- “si todos son más o menos, o peor que yo, ¿por qué no debería ser parte de esta asociación de hombres libres como proclama la carta fundacional del Partido Colorado?”.
Va a ser una papa bastante caliente para el Tribunal de Ética de esta asociación política el decidir si puede ser incluida o no en los padrones.
Lo que bien supone de que está interesada en plebiscitar su nombre para algún cargo público, como lo ha dicho ya antes que fuera arrestada en los Estados Unidos, cuando quería ser candidata a Intendente de Asunción por uno de los movimientos internos de la ANR.
Los problemas éticos y morales son “sonsera rei”, en la expresión de Gonzáles Macchi; y lo que estamos viendo en esta oportunidad es, simplemente, el juego de una persona que provoca a una agrupación política infestada de personajes sospechosos con el narcotráfico y el lavado, a quienes no ha podido decir NO, no sólo para que ingresaran, sino para que permanecieran y se candidataran, y no tendrá la autoridad moral tampoco para decirle no a la condenada Cynthia Tarragó.