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El reto de ser mujer e indígena

La mujer estuvo, está y estará peleando por un espacio equitativo en el mundo mientras se siga negando su acceso a lugares y actividades en las que solo estaban los hombres. El machismo es una manera de ser que exacerba el conjunto de actitudes, conductas, creencias y prácticas sociales destinadas a promover la superioridad del hombre sobre la mujer. Sin embargo, de a poco se registran logros de la mujer.

Avances femeninos
Han habido pequeños, pero importantes avances como el poder usar pantalón, votar, practicar deportes, trabajar, en distintos campos en los que no se creía que harían un buen papel cómo la política, ingeniería, educación o administración. La mujer y el hombre son diferentes pero si se conocen, respetan y motivan su talento recíprocamente pueden alcanzar objetivos y metas mas altas pueden darse casos cómo; Angela Merkel, Marie Curie, Anna Frank, Frida Kahlo, Rosa Parks, Coco Chanel, cada una resalta en su campo por creer en su fuerza e ir tras sus objetivos.

Cuando se desarrollan, actividades o proyectos hoy en día no es solo la mujer a la que se la debe integrar sino cómo expresa la palabra colectivo que viene del viene del latín collectivus (propio de un grupo, asamblea o reunión, o que puede formar grupo. El ser humano tiene miles de años sobre la faz de la tierra, que fueron suficientes para entender la importancia del dar para tener, o el ceder un espacio al diferente para hacer mejor el trabajo para el todo. En Yucatán, México se dio un acontecimiento curioso que está ligado a un logro de doble golpe; la mujer y el nativo. El softbol.

Pequeños avances
Un deporte que empezó en 1887 en Chicago, EEUU, una actividad física para hombres y con el tiempo, fue ganando adeptos en el país y fuera del mismo. Su vecino México está entre ellos, en este país se da un acontecimiento notable que consiste en la formación de un equipo de mujeres que juegan al softbol sin uniforme ni gestos típicos masculinos sino lo hacen ataviadas con huipiles, los vestidos tradicionales indígenas y descalzas, se identifican cómo las diablillas de Honzotot, que no necesariamente el nombre obedece a que hagan mal las cosas sino el responder a la condición de vida que les tocó en su comunidad donde el deporte, un campo que era visto como el dominio exclusivo de los hombres.

Los ejemplos de mujeres sobresalientes en la tierra sobran y a su vez sirven para educar y emular lo que han logrado en sus círculos sociales, por las mañanas son amas de casa y por las tardes, corren, gritan y sudan en la cancha por su equipo.
Las mujeres pueden enfrentar cualquier desafío, ya sea el redactar un informe empresarial hasta hacer jonrones cómo las diablitas mayas yucatecas, mujeres que ya tienen un espacio destacado aun mayor en varias actividades humanas.

Todo éxito lleva su tiempo y trabajo, el proyecto de mujeres nativas mexicanas que rompen lo establecido por su cultura y hasta las reglas de un deporte es una nueva patriada a favor de dos condiciones subestimadas; ser indígena y ser mujer

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