Brasil, nuestro vecino más grande y con quien establecemos relaciones comerciales más intensas, está colapsado ante el coronavirus. Se van a cerrar de nuevo varias ciudades de ese país evitando la propagación del virus, entre ellas Sao Paulo, que va a aplicar de nuevo severas restricciones a la noche y la madrugada.
Hay otras capitales y ciudades importantes de ese país que traen iguales circunstancias. Se ha salido de madre el control y algunos afirman de que se podría alcanzar los 2.000 muertos por día en esa nación en este instante.
Los niveles de vacunación van muy lentos, demasiado para tener cierta expectativa de que la cosa podría controlarse en esto que en este instante figura en los primeros lugares en términos de vida, de víctimas y de personas contagiadas por coronavirus desde que se inició la pandemia hace un año.
Deberíamos tomar también recaudos porque hay algunos que afirman que la alta propagación del Covid entre nosotros proviene de nuestra frontera común con el Brasil, ya sea de carácter comercial o pudo haberlo sido también por cuestiones turísticas.
Muchos paraguayos fueron a sus playas durante estos últimos días y han retornado trayendo lo que se denomina la cepa brasilera, que tiene cinco veces más rapidez de propagación que la original que apareció en otro país hacia finales de febrero del año pasado.
Es el momento de tener una política con respecto a Brasil. ¿Qué vamos a hacer con nuestro comercio y con nuestro movimiento de personas en frontera? Porque si no sabemos lo que vamos a hacer, el resfrío de Brasil puede terminar generando neumonía entre nosotros.