La corrupción pudre, hunde y mata, esa es una conclusión muy fácil de llegar, especialmente después de la larga experiencia de maridaje con la corrupción que tenemos los paraguayos. Es el tiempo de poner un punto final a esto por todos los caminos que sean posibles.
Algunos dicen que son corruptos por sobrevivencia, otros afirman que por ignorancia, otros porque se les permite y no hay sanciones; eso significa por impunidad, y hay otros que también dicen que es nuestra manera de ser, que el paraguayo que no es corrupto, termina no siendo realmente paraguayo.
Este comentario viene a cuenta por el tema de la denuncia que se hizo en torno a vacunaciones fraudulentas en el Norte del país y quien sabe en qué otros lugares de la República, en donde se decía que se colocaba el biológico pero en realidad eso estaba completamente vacío o se inoculaba con algo que no era la vacuna.
Esto le puede hacer un daño tremendo al proceso de vacunación y especialmente a este deseo de volver a confiar en alguien que tenemos en el Paraguay y más todavía en tiempos como los actuales, en donde la confianza es sinónimo de vida y la desconfianza, de lo opuesto, de la muerte.
Hay que ser ejemplares desde el Ministerio de Salud para castigar a aquellos que dicen que “se equivocaron nomás”. No lo pueden hacer. Los vacunadores deben saber que aquel que se equivoca la paga, tiene que haber una sanción ejemplar para situaciones como estas. No podemos seguir siendo tan tolerantes con la corrupción y no creer que ella es parte de la cosmovisión de paraguayos, de nuestro teko, de nuestra manera de ser.