A lo largo de mi vida he presenciado una suerte de evolución de la temática ambiental, en mis años de escuela se hablaba del “efecto invernadero”, concepto que data del siglo XIX. Con el devenir de la revolución industrial, se popularizó a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Más tarde se habló del “cambio climático”, concepto nada nuevo para los paleoclimatólogos, pues, la Tierra ha experimentado grandes cambios de su sistema climático a lo largo de su existencia. Luego se sumó el “calentamiento global”, término acuñado por los grandes “expertos” del clima congregados en la ONU, grupos intergubernamentales y por supuesto, las infaltables ONG’s de alcance mundial. Todo ello desembocó en el Protocolo de Montreal, las Cumbres de La Tierra, el Acuerdo de París hasta la paparruchada magistralmente escrita bajo el sello de la CEPAL como el Acuerdo de Escazú. Obvio, con el bloqueo e incluso ridiculización de aquellos científicos que plantean la tesis de un actual “enfriamiento” de la Tierra.
En medio de ello, vale recordar que para nadie es un secreto que la ONU es un órgano hoy por hoy controlado por izquierdistas radicales bajo la benigna etiqueta de progresistas y este progresismo dentro de su sistemático proceso de desconstrucción y destrucción de la sociedad liberal que hasta ahora sobrevive en el mundo libre, también impulsa la agenda de género.
Antes de avanzar, quiero dejar muy en claro que quien teclea estas líneas es un liberal-libertario, por ende, defiendo que cada quien disfrute de su sexualidad como así lo decida y dentro de los parámetros que establece la ley. Ahora bien, a las recientes falsas normalizaciones como los denominados trans-edad, trans-especie o la pedofilia, son sencillamente trastornos mentales que lamentablemente experimentan algunas personas, siendo el último un delito penado en casi todo Occidente.
Lo que resulta más aberrante y toda una verdadera amenaza a la seguridad integral de los niños de hoy, es justamente esa propuesta de normalización de tales trastornos, como el caso de Stefonknee Wolscht en Canadá, un hombre de más de 50 años que se considera niña de 6 años. Pero lo peor, es que fue adoptado por una familia y pretendió ir a pre-escolar, afortunadamente impedido por las autoridades del Distrito Escolar de Toronto o casos como en Argentina, donde se obliga a los niños de preescolar a participar en juegos de roles asumiendo comportamientos propios de una sexualidad diferente a la suya, esto es lo que el movimiento de ideología de género impulsa bajo el paraguas institucional de la ONU y sus diversos aparatos como de los grandes medios de comunicación internacional con sus socios locales.
Adicionalmente y escapando de toda lógica aparente es la relación o vinculación entre dos temáticas divergentes como lo es clima e ideología género, pero que se nos pretende imponer, esto no lo digo caprichosamente, hay publicaciones de la CEPAL desde 1998 en este sentido “Género, medio ambiente y sustentabilidad del desarrollo”, misma cosa los proyectos del FIDA, FAO, PNUD, entre otros y por supuesto lo retomó más recientemente el Acuerdo de Escazú.
De fondo, hay un tema común, un tema recurrente, que une estas dos temáticas inconexas: LA IGUALDAD, pilar del comunismo a lo largo de todos sus ya harto fracasados experimentos sociales. Más allá de la igualdad ante la ley, ésta resulta lo más autoritario, antidemocrático e injusto, es la gran farsa que emplean los neocomunistas o progresistas para captar militantes entre los cándidos, los perezosos y los resentidos.
Hoy cierro invitando a los hombres y mujeres de bien, asumir un papel más activo en la defensa de sus libertades, derechos, la familia, el cuidado de sus hijos desde la escuela y ejercer un papel de contraloría sobre las políticas del Estado que pretenden imponer desde la ONU y sus satélites en nuestros hogares.