La tierra ha sido siempre un elemento de conflicto político, social y económico a lo largo de la historia del Paraguay.
Es un país con 406.752 kilómetros cuadrados y una de las densidades poblacionales más bajas en el mundo, sin embargo, tenemos graves problemas de tierra debido a la gran concentración de las mismas en manos de unos pocos y al desconocimiento de cuánto de la propiedad que uno ocupa es realmente de uno.
Paraguay tiene en términos de dimensiones de kilómetros cuadrados, casi 100.000 más que lo que establece básicamente la territorialidad de nuestra República. No ha habido hasta ahora un deseo concreto y práctico de reorganizar por completo el sistema catastral para hacerlo público, abierto, libre y gratuito para el conocimiento de cualquiera que desee adquirir una propiedad determinada, como ocurre en otros países.
No tenemos tampoco la voluntad de hacer una real reforma agraria que no acabe simplemente en entregar 10 hectáreas de tierra a una persona que en realidad es campesina, pero no es agricultor. Eso significa que por más tierras que se le otorgue, lo único que tendrá en la mente es poder venderla lo más rápido posible, volver a ser un marginal y luego seguir reclamando.
Es un círculo vicioso que nunca se acaba y que además tiene un tremendo impacto sobre la riqueza forestal del país, ya que en muchos de los casos dejan ingresar a las personas que tienen intenciones de talar los árboles, para luego volver al ciclo de la pobreza y de la marginación.
La tierra alguna vez tendrá que ser sujeta de una atención política privilegiada y resolver de una vez por todas algo que tiene tanta historia como la creación de la propia República del Paraguay.
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