Comentario 3×3
La reacción adolescente del presidente Mario Abdo Benítez en Villarrica ante el pedido de un ciudadano que requería de la compra de medicamentos para su hermano en Terapia intensiva por Covid, nos ha llevado a una imagen en la que podríamos describir lo que es la realidad política del país: un presidente de una permanente adolescencia, y la palabra adolescencia viene del latino adolescere al que le falta, al que no tiene algo que le permita ser una persona madura, adulta.
Lo que vemos es un presidente que viene afirmando de forma reiterada cuando le preguntan cosas, como que realmente no entiende el rol que le toca desempeñar como Presidente de la República.
La expresión “Yo qué puedo saber si no soy médico en este lugar” pinta y refleja de cuerpo entero al Presidente de la República. Un bitongo, que no es otra cosa más que un niño que todavía no terminó de convertirse en adolescente, representa en muchos de los casos todo lo peor que podríamos tener en tiempos de pandemia y de grave crisis económica, social, sanitaria y política como la que tenemos.
Este es el tiempo de una persona madura, sensata, empática, que realmente se relacione con el otro y sienta con el otro, ponerse en la condición de la otra persona.
Tenemos un presidente que simplemente va a las inauguraciones para su propio ego personal, para su satisfacción íntima, pero no va para sentir en realidad lo que siente el pueblo al que él dice representar. La base arraigal de todo esto es que políticos paraguayos, en su gran mayoría, no quieren al pueblo que dicen representar, los usan, les piden los votos, pero cuando llegan y alcanzan el poder, ¿Mba’epiko che aikuaata, pea ndahaei che problema? qué voy a saber yo, este no es mi problema, esa es la respuesta que reciben aquellos tontos e ingenuos que siguen votando por propuestas de colores, antes que de convicciones y de carácter.
