El Estado paraguayo está conformado por un grupo de personas sin la cualificación debida, que han ingresado hoy a servir desde el gobierno a un grupo de mandantes que no tienen la concepción correcta de lo que significa ser el soberano.
Digo esto por la mayoría de la gente que ha elegido e indirectamente ha permitido que un grupo de 350.000 empleados públicos no nos sirvan como debieran. Estamos ante un reto enorme que se ha tratado de sofocar, que era la presión que se daría contra un Estado que no hace bien las cosas por parte de una población frustrada, hambreada y empobrecida.
Ahora se está hablando de que no hay la voluntad de llevar adelante la denominada Reforma del Estado. Hay propuestas, pero no hay avances en nada de lo que se haya planteado como para mejorar el ingreso por cualificación, promover a las personas al interior del mismo en función de su capacidad, o apartarlos del cargo y disminuir también la cantidad de empleados que ingresan de mano de alguien que tiene la posibilidad de hacerlos ingresar como personal de confianza.
Colombia es un país de 40 millones de habitantes donde el presidente no dispone más de 400 cargos de confianza. En el Paraguay un Presidente que asume el poder tiene una absoluta posibilidad y la discrecionalidad más amplia de poder escoger a más de 10.000.
Con esa cantidad es imposible que tengamos la cualificación y el nivel de servicio que ambicionamos de un Estado que en los casos como los actuales, son más evidentes sus restricciones, limitaciones e incapacidades.
