La posibilidades de alcanzar el desarrollo del Paraguay no son siempre muy prometedoras, el camino se construyó durante mucho tiempo con el argumento de que si tuviéramos una mejor educación, tendríamos mejores oportunidades. Se construyó la idea de la meditocracia en ese sentido, donde un pequeño grupo de gente que alcanzó los mejores niveles de educación se impusieron sobre aquellos que no tuvieron esa oportunidad. Vino la reforma educativa para cubrir ese déficit que arrancamos desde hace mucho tiempo y se consolidó durante la dictadura de Stroessner, sin embargo, una generación después, se reconoce que la reforma educativa ha sido un fracaso y ahora se emprende otra nueva denominada transformación educativa que pretende mejorar aquello que no hizo la reforma educativa. Entre otras cuestiones algo muy simple, que no es la cuestión de meter más alumnos en aulas, sino que darles a cada uno de ellos la mejor educación posible en infraestructuras adecuadas con maestros bien formados y también con una sociedad que recompense aquel que ha tenido la mejor cualificación educativa a lo largo de su vida. Lo que estamos viendo de nuevo que mucha gente cree que la única posibilidad de hacer un salto cualitativo en términos de ingresos es ser parte de una agrupación política, alcanzar un cargo electoral, servir a alguna persona que se dedique a las cuestiones delictivas, desde el contrabando hasta el tráfico de drogas, se estableció la idea en el imaginario del paraguayo que sólo aquel que tiene acceso a lo ilegal puede vivir bien y ese creo que es el peor de los mensajes que hemos podido difundir a lo largo de estos años de democracia en el Paraguay.
El peor de los mensajes
