Mal empieza Olaf Scholz como canciller federal de Alemania. En su primer discurso en el Bundeslag, dirigiéndose a los diputados que votaron su investidura la semana pasada, el sustituto de Ángela Merkel demostró muy poca sensibilidad hacia la libertad y los derechos legítimos de la ciudadanía que no piensa como él.
Concretamente, en un momento de su alocución, prometió luchar contra una “minoría de extremistas antivacunas”, ya que, en opinión del canciller Scholz, estos supuestos extremistas son peligrosos porque intentan “imponer su voluntad al conjunto de la sociedad”.
Queremos manifestar aquí el peligroso error de razonamiento del Canciller alemán. Consideramos que en un Estado democrático de Derecho es fundamental preservar los derechos y libertades de las minorías. Por tanto, Olaf Scholz, como máximo líder garante del sistema político, tiene la obligación de actuar en consecuencia en lugar de amenazar y de prohibirles el ejercicio de los derechos de aquellos ciudadanos que discrepan del pensamiento dominante. En cuanto a la pandemia, no sobra recordar que el “bien común” decidido por los políticos y la ciencia para justificar la vacunación masiva y obligatoria está basado en argumentos científicos insuficientes y proyecciones médicas que no dejan de equivocarse o de modificarse, aumentando las dudas, legítimas, de la población más crítica. El aumento de los problemas de salud de deportistas vacunados y de los abortos naturales en madres vacunadas han despertado las conciencias de una parte de la población que tienen todo el derecho del mundo a manifestar su opinión, por mucho que le pese al nuevo canciller alemán.
En lugar de intimidar a las minorías que cada vez son menos minoría, Olaf Scholz debería hablar a los alemanes con la verdad afrontando los problemas más cruciales: la ineficacia de las vacunas para frenar la pandemia, la pésima gestión de la inmigración, la pérdida de liderazgo en Europa permitiendo que en Bruselas domine la ideología socialista y anticristiana más radical, la incapacidad germánica para lograr que la Unión Europea tenga peso diplomático y militar en el mundo, la falta de visión estratégica que ha hecho posible una alianza letal para Occidente: la coalición entre Rusia y China. Tiempo al tiempo.