Somos un pais sobreviviente de un holocausto, hemos sido gobernados por dictaduras el mayor tiempo de nuestra vida independiente, somos mayoritariamente católicos pero estamos siempre adelante de la fila en los lugares de la corrupción. Cada año Transparencia Internacional mide el problema y no estamos primero “porque no hemos podido aun aun comprar al jurado” se dice en broma o.. en serio. No hay día en que un caso de corrupción no esté en la tapa de los periódicos o que un trámite simple requiera de coimas para que algo simple funcione.
Sobre este tema se dio una conversación en Radio Libre entre Benjamin Fernández Bogado y un obispo emérito de la iglesia católica el monseñor Mario Melanio Medina para abordar la dura tarea de encontrar la respuesta al porqué es corrupto el paraguayo. El prelado respondió que la separación de las buenas costumbres, de comportamiento moral y ético viene de nuestra propia experiencia como Nación. Somos un país fracturado en su núcleo familiar y su impacto es sensible en todos los aspectos de la vida social. “Aunque la persona tenga buena formación, venga de buena familia, si existe un divorcio de fe, moral y vida termina cayendo en las prácticas que no solo destruyen la institución donde trabaja sino de su vida por haber sacado los referentes morales y éticos que a su vez generan un sendero negativo para la persona que concluye su vida en un cambalache” afirma Monseñor Medina.
En el tiempo se dan prioridades, por ejemplo en Paraguay durante la última dictadura se cometieron crímenes porque se creía que ese era “el precio de la paz”. La gente se acostumbró a vivir en corrupción. Es importante tener en cuenta el equilibrio entre cómo uno se comporta en la casa o en el trabajo ya sea este público o privado para tener una seguridad social sostenible en valores.
Complicidad manifiesta
Hay una complicidad del ciudadano con su corrupto (su dirigente político, su jefe, el que tiene un poder sobre el mismo) y este es sinónimo de licencioso, depravado, vicioso, lo que ayuda a ver y entender el porqué las conductas luego se emulan.
El religioso afirma que la impunidad es muy grande en el país lo que promueve la corrupción. No hay castigos ejemplares que disuadan conductas incorrectas. Según el prelado hay que” cambiar el poder judicial ejecutando castigos más rígidos y por otro lado el ciudadano debe adelantarse en futuras elecciones conociendo mejor a sus candidatos para saber elegir y dar el poder de gestión a gente no solo calificada sino con antecedentes y entorno limpio que los ayude a cambiar su ciudad o país”
El paraguayo debe darse cuenta del problema que genera al mentir o quebrar las normas que sostienen cualquier sistema para el bien de todos. La corrupción mata y pudre todo se afirma con frecuencia y tienen razón. No debe existir impunidad, se debe volver a la seria educación de ética y moral que es parte de la transformación que nos debemos para controlar la corrupción que tanto daño nos produce.
Reconstruir el tejido social
Lo que también debemos tener en cuenta es que la corrupción produce desconfianza en los partidos políticos, en los dirigentes políticos y en la mayor parte de instituciones públicas. Como consecuencia, en muchos países eso genera abstención y pérdida del interés por la política de parte del ciudadano.
El gran desafío ciudadano en la que coinciden todos incluido el Monseñor Medina es que esto requiere una disciplina y rutina rígidas para reducir y controlar la existencia del corrupto y sus negros hábitos que no solo dejan mal vistas a instituciones a nivel país sino también tienen proyecciones internacionales haciendo que perdamos crédito ante los ojos de afuera.
No hay razones históricas, religiosas o políticas que nos deben convencer que la corrupción es una pesada lápida cultural. Debemos recuperar valores y principios y reconstruir el Paraguay desde sus cenizas. Ese es nuestro destino.