Paraguay es catalogado como uno de los países más corruptos de América Latina, una mala propaganda que se mantiene en el ranking de Transparencia Internacional por la mala gestión de los políticos, la corrupción imperante y por la poca acción del Poder Judicial, que deja impune muchos de los casos.
La complicidad entre el poder político y el poder judicial se traduce en impunidad, desigualdad e injusticia. Tal vez sea difícil lograr una verdadera independencia entre el poder político y el poder judicial, porque los ministros de la Corte Suprema de Justicia son designados por autoridades políticas, pero se debe buscar forma para que prime la institucionalidad.
Mientras haya corrupción, impunidad y políticos mediocres y deshonestos, el país seguirá rezagado, seguirá desigual. Los problemas sociales incluso se van acentuando con la pandemia y la crisis económica.
Es por eso que se requiere de un nuevo perfil de los líderes políticos cuyas acciones están muy lejos del pueblo y de sus necesidades. La pandemia no da treguas y necesitamos decisiones políticas acertadas para construir un país mejor. Entonces, podemos decir que es tiempo de que los políticos hagan su trabajo de manera eficiente.
Se requiere de un nuevo perfil, de un político capaz de velar por los intereses del pueblo, honesto, transparente, patriota, rodeado de colaboradores preparados para la gestión pública.
El perfil del político debe ser de apertura, debe saber escuchar a la ciudadanía, no ser indiferente a los problemas sociales y económicos que padecemos. En el espíritu del político debe prevalecer la preocupación por mejorar las condiciones de vida del pueblo.
