miércoles, diciembre 25, 2024
29.1 C
Asunción

El miedo

Cuando una persona se siente amenazada, se activan unos núcleos en el cerebro que se llaman amígdalas (no son las mismas que las de la garganta), y que son nuestro “detector de amenaza”. Cuando la amígdala se activa ante la percepción de una amenaza, lo primero que hace es robar sangre de la parte anterior del cerebro, lo cual produce cambios muy importantes en la percepción de nuestros recursos, porque, al activarse la amígdala y reducirse el aporte de sangre a la zona anterior del cerebro, se pierde capacidad de comprender, se pierde capacidad de aprender, se pierde capacidad de ser creativo, y se pierde capacidad de tomar buenas decisiones. Por eso, cuando se habla del sentido positivo de la vida, incluso en la enfermedad, es muy importante, porque si tú vives todo como una amenaza, no podrás encontrar recursos naturales que tienes, que te pueden ayudar a tomar vías que favorezcan la curación, porque ni siquiera las verás.

El efecto en el cuerpo es también muy marcado, especialmente en el estómago. Cuando una persona se siente amenazada, el sistema nervioso simpático hace exactamente lo mismo que si persiguiera un tigre, el tubo digestivo se paraliza.

¿Qué sucede con un estomago que se paraliza? Un estomago que se paraliza es un estomago a través del cual la comida no puede fluir bien, se estanca, cuando se estanca, se pudre, cuando se pudre, fermenta, cuando fermenta produce gas. ¿Qué hace el gas? Hincha las paredes del estómago, éste se dilata, con todas las correspondientes consecuencias…

Eso sólo nos describe una parte de lo que sucede en nuestro organismo cuando nos sentimos amenazados.

En cambio, cuando por ejemplo, decidimos colocar en nuestro rostro una sonrisa aunque sea obligada a quien creemos que no se lo merece, sonríes en presencia de la amenaza.

El simple hecho de que dispongamos de nuestro propio cuerpo -y lo hacemos con la sonrisa- es suficiente para que el sistema nervioso simpático se desconecte de lo que le estresa y se relaje. No siempre podemos controlar lo que sucede, pero siempre podemos elegir cómo reaccionar ante las situaciones y evitar el stress.

Leti Martínez Bogarín
Leti Martínez Bogarín
La magia de tu corazón | Mentora y escritora

Más del autor

Cristo de cumpleaños

Incomunicados y solos

Una francesa valiente y corajuda

24-12-24

La pobreza sigue golpeando a la Argentina