Foto: MEC
Los efectos en materia educativa son cada vez más devastadores en todo el mundo. El sistema de la pandemia de utilizar los sistemas tecnológicos no ha sido eficiente y esa es una verdad que no admite ningún tipo de reacción en contrario.
Ha servido, sí, para saber nuevas fronteras del proceso de aprendizaje, pero no ha sido capaz de sustituir la presencia del maestro frente a los alumnos.
Tampoco el Gobierno ha podido entender la trascendencia de la educación y dice que en el mes de julio comenzarán a inocular a los maestros cuando tendrían que haber puesto entre los primeros grupos y franjas etarias para dicho propósito.
Si hubiera mantenido esa voluntad desde el principio sin la manifestación de los maestros, hubiéramos podido salvar gran parte del año perdido educativo del año 2021.
Seguimos tanteando en estas cuestiones, pero la manera en que respondimos al petitorio de los maestros en ser vacunados nos muestra con claridad en qué lugar coloca este Gobierno y también los anteriores, a la educación.
No nos importa mucho ni perder vidas humanas en términos físicos, ni perderlas en términos de conocimiento y de aprendizaje. Cuando un país no respeta la vida ni el conocimiento, es muy poco probable que llegue a seguir siendo país a muy corto tiempo.