El célebre escritor francés, Jean-Paul Sartre, en su obra “A puerta cerrada” (1944),
puso una frase que a muchos les ha sacado el sueño: “El infierno son los otros.” No es
una simple misantropía superficial, se trata de una crítica profunda a la forma en que la
mirada ajena puede definir nuestra libertad. El “otro”, al juzgarnos, nos convierte en
objeto, nos define, nos limita. En ese sentido, el infierno no son el resto de las
personas en sí, sino la dependencia que tenemos de ese juicio social.
La idea de Sartre choca con ciertas consignas políticas que idealizan al “otro” como
una fuente de redención. Frases como “La patria es el otro” o “Abrazos no balazos”
apelan a una visión humanista que, si bien nobles en intención, son ingenuas frente a
la realidad. ¿Qué pasa cuando el “otro” no comparte nuestros valores, cuando nos
agrede, nos discrimina o amenaza? ¿Debemos seguir tratando de abrazar al
depredador?
Toda saludable convivencia humana requiere cortesía, pero debemos ser conscientes
de que también existen límites. La mirada del otro puede ser fuente de reconocimiento,
pero también de sometimiento. El Estado, como garante de derechos, no puede
abdicar de su deber de proteger y castigar en nombre de lemas ambiguos. La paz no
se construye únicamente con abrazos, sino también con justicia, mano dura y
responsabilidad.
Sartre nos recuerda algo que pocos comprenden del todo, la verdadera libertad se
conquista en tensión con el otro, no en su negación ni en su idealización. Reconocer al
otro como sujeto implica también reclamarle reciprocidad. El infierno, la injusticia y el
odio aparecen cuando esa reciprocidad se rompe, cuando el otro nos define sin
escucharnos, nos juzga sin comprendernos, nos ataca sin conocernos.
La solución no es volvernos totalmente nihilistas llenos de pesimismo, ni estoicos
moralistas, tan solo tratemos de construir relaciones donde la mirada no condene, sino
libere. Pero eso requiere de coraje, no de consignas que suenen humanistas, porque
al final resultan en moralinas baratas.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), editor, comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion o intereses particulares
