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El exiliado y sus dilemas

El exilio es la separación de una persona de su lugar natural de residencia, ya sea una ciudad o una nación, debido a la expatriación, voluntaria o forzada, de un individuo. Las causas del exilio pueden ser diversas, pero generalmente se deben a motivos políticos u otras condicionantes.

Ahora en Francia la salud mental de los exiliados es un sufrimiento invisible. Con motivo del Día Mundial de los Refugiados, el 20 de junio pasado, los miembros del comité de apoyo del Centro Primo Levi, entre ellos sus directores Robert Guédiguian y Rithy Panh, advierten, en una columna en “Le Monde”, sobre la insuficiencia de la prestación de atención de salud mental a los refugiados. personas exiliadas, aunque es fundamental para su integración.

De acuerdo con la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas (OFPRA), al 31 de diciembre de 2020 había en el país 455.295 personas refugiadas y personas bajo otras formas de protección internacional en Francia. El flujo de llegadas comenzó a crecer con la llegada de la Revolución Industrial en el siglo XIX y se disparó en el período de entreguerras en Francia. País que se ha mostrado solidario con los expatriados ofreciéndoles un espacio y cómodas  condiciones para sus vidas. 

Dudas y temores

En este país europeo preocupa el estado mental de quienes han tenido que dejar sus hogares originales. Ahora, dada la gravedad de sus trastornos psicológicos y su especificidad, el número de personas afectadas y sus fuertes interacciones con la sociedad, su sufrimiento constituye una realidad ineludible y un verdadero problema de salud pública. Porque cualquier grupo humano donde y cuando sea funciona estable y en buenas condiciones si está compuesto por personas sanas física y mentalmente. Un ángulo que cualquier persona puede presentar dificultades, hasta la que parezca estar en buenas condiciones de salud. 

Durante los últimos diez años, el Centro Primo Levi (París 11) ha constatado una evolución preocupante en la salud mental de los exiliados, agravada por la violencia, ahora omnipresente e inevitable, que experimentan en el camino hacia el exilio. Torturadas, encarceladas, violadas, estas personas huyen de su país y acumulan traumas a lo largo de su viaje a Francia, desde la simple humillación hasta la tortura, pasando por la violencia sexual. 

Soledad creciente

Una importante lista de obstáculos y desafíos presenta cualquier exiliado identificado en el país francófono. Preocupa porque no son personas que existen aisladas en sí misma cómo ermitaños sino interactúa con la sociedad francesa, que preocupa a su gobierno para asegurar la vida de su población ante cualquier amenaza externa. Lo que ya se conoce es que el exilio genera la fractura del proyecto vital y una alta carga de estrés que pueden provocar mutaciones considerables en la forma de actuar y pensar de cualquier persona que esté viviendo o sobreviviendo su exilio.

Personas que cómo su vecino o compañero de trabajo, aunque sean compatriotas también deben ser integradas con normalidad en cualquier actividad social para acompañarlos e intentar de dicha forma atender sus dilemas, que podrían empeorar si son segregados, provocados o violentados

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