Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
La discusión en torno a las verdaderas motivaciones que tienen legisladores y el Ejecutivo cuando redacta la ley del presupuesto, son bastante amplios. Algunos dicen que simplemente repiten lo mismo, mantener la pesada estructura adiposa del Estado paraguayo de 350 mil empleados donde hay personas que ganan millones sin tener capacidad ni razón para dicho emolumento.
Sólo la Corte Suprema de Justicia, según comunicó en estos días, le paga a 37 ascensoristas. Uno se pregunta para qué se necesita en los tiempos actuales un ascensorista que además de caro es molestoso porque ocupa un espacio físico que podría llevar a otra persona, y si tiene un banquito ocupa casi un segundo espacio.
O sea, estas personas que molestan y que cargan al presupuesto de millones de guaraníes mensuales, no deberían estar en dicho lugar, pero la clientela política, la presión que se hace para ocupar, para darle cargo a alguien por cualquier tipo de cosas, nos lleva a un Estado que realmente se sostiene con el ánimo de beneficencia política.
Allí están todos aquellos que no tienen ninguna posibilidad de ser empleables en el sector privado y que nos cuestan más de US$ 4000 millones anuales. Ahora que estamos en etapa de vacas flacas, donde la gente ha perdido muchos recursos, donde se contrajo notablemente el Producto Interno Bruto Nacional y consiguientemente tenemos déficit fiscal, el presupuesto tendría que reflejar esas características.
Más austeridad, más rigor, más sentido de empatía hacia los que financian el presupuesto que somos cada uno de nosotros. Si siguen usando nuestro dinero como les canta, estamos perdiendo no solamente oportunidades, sino que nos estamos empobreciendo cada día más.
