La reciente experiencia de Nicaragua y El Salvador con China Continental nos ofrece una lección valiosa sobre los riesgos y desigualdades inherentes a las relaciones comerciales con el gigante asiático. Mientras muchas voces en Paraguay promueven la apertura de relaciones con China, es esencial examinar detenidamente los resultados que estos acuerdos han tenido en otros países de América Latina.
En El Salvador, las exportaciones hacia China han sufrido un drástico descenso del 87.5% en el primer semestre de 2023. Como el economista y abogado Marco Aurelio Peña señala de manera elocuente, “el interés de China no es recíproco”. Para China, un país de menor envergadura no representa un valor significativo, y esto puede llevar a una posición de desventaja para las naciones más pequeñas, que a menudo necesitan el respaldo del gigante asiático para fortalecer sus propias agendas políticas.
El mito de un “gran banquete” al tener relaciones comerciales con China está profundamente arraigado en la percepción de muchos productores paraguayos. La idea de acceder a un mercado con más de 1.412 millones de habitantes suena tentadora, pero debemos recordar que China Continental no se caracteriza por su ética en las negociaciones comerciales. En numerosos casos, cuando los países “socios” no tienen la capacidad de negociar en igualdad de condiciones, China tiende a favorecer una balanza comercial desigual, donde sus exportaciones superan ampliamente a sus importaciones. Además, aprovecha las debilidades institucionales de sus socios para otorgar créditos con tasas de interés elevadas, dejando a los países expuestos a acuerdos que a menudo ponen en peligro su soberanía.
Las relaciones comerciales deben basarse en una colaboración mutuamente beneficiosa.
Solo mediante una evaluación exhaustiva y una negociación cuidadosa se puede garantizar un futuro próspero y sostenible para el país en el complejo escenario de las relaciones internacionales y económicas. Y Paraguay esta muy lejos de poder enfrentar esto.
