Los grandes problemas del país en términos educativos siguen siendo pospuestos y las cuestiones de seguridad igual.
En el primero no hay una idea de cómo sacar de la postergación en la que estamos desde hace mucho tiempo y en la segunda tenemos varios secuestrados que han sido prácticamente olvidados de la agenda pública en busca de su liberación.
El comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta reconoce que están algo mejor que lo que estaban cuando él tomó el control de operativo de las tropas encargadas de acabar con el EPP.
Sin embargo, los resultados tampoco hablan bien de la nueva administración. Lo que no vemos es que hayan conseguido liberar a las personas secuestradas y, en consecuencia, mostrar de que realmente están haciendo su labor.
La percepción más duramente instalada y cada vez con mayor consistencia, es que el EPP ha construido un gran emporio económico alrededor de sus actos ilícitos. Entre ellos ha incluido como partner como socios en el negocio a los narcotraficantes, ¿y por qué no también al mismo esquema de seguridad instalado en la zona?
Mientras eso no se acabe, la situación de conflicto tampoco perecerá. La experiencia de las FARC en Colombia es bastante elocuente en torno a muchas de las lecciones que tendríamos que aprender cuando se trata de la agenda de seguridad, que en este momento sigue siendo absolutamente marginal en la agenda pública.